Las dos historias platenses que atraparon al país

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Dos historias recientes de cambio de género conmovieron a la Ciudad. Una de ellas fue la de la docente que hizo la transición de hombre a mujer durante el año escolar y, tras dos años de dar clases de inglés en una escuela primaria de la Región, Quimey, el nombre que eligió, se paró frente a sus alumnos, en el comedor de la institución, para responder lo que muchos se habían preguntado esa mañana: ¿por qué había ido con guardapolvo femenino y rimel en los ojos?.

“Ustedes me conocieron hasta ahora como Tomás, pero yo hace tiempo que me siento mujer. Y como, por suerte, esto es algo que puede elegirse, yo elegí ser mujer, porque me hace feliz”, les dijo a sus alumnos antes de aclararles que seguirían trabajando en clase como siempre, salvo que a partir de entonces esperaba que la llamaran Quimey.

El otro caso fue el de la chica de 13 años que solicitó al hospital de Niños Sor María Ludovica un tratamiento inhibidor de hormonas que le permitiera adecuar su cuerpo a su identidad autopercibida. En ese momento, los médicos reconocieron que si bien existía una ley de identidad de género que avalaba el pedido, nunca habían tenido un caso similar. Y fue a partir de su caso que el Ludovica creó un equipo para atender a niños trans.

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