Un ballet de violencia con una mujer al frente

Edición Impresa

Pedro Garay

pgaray@eldia.com

Con los primeros diez minutos de “La villana”, es evidente que estamos ante algo diferente. Seguro, se trata de una película de acción vertiginosa que los adictos a la factoría coreana de cine de acción conocemos bien pero 1) el vértigo está explorado con una creatividad inusitada, con trucos de cámara increíbles y un uso casi nulo del CGI y los efectos especiales a pesar de las increíbles; 2) la villana del título, la antiheroína de la cinta, es mujer, algo poco explorado en el cine de acción (“Nikita” es una evidente influencia de este trabajo de Jung Byung-Gil) y más escaso aún en la industria surcoreana.

La protagonista de “La villana”, revelada tras varios minutos de perspectiva subjetiva (similar a la de los videojuegos de tiros) en esa desquiciada escena inicial (de los mejores inicios del 2017, y para ver en pantalla grande) empuja a pura potencia, y junto a las increíbles coreografías y un trabajo de ballet de los dobles de riesgo, una película con una subtrama melodramática menos interesante, que sigue los códigos de la telenovela coreana a veces demasiado edulcorados para la audiencia occidental.

 

 

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