Los usuarios castigados por años de desidia y abandono

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No debe ser sencillo darse a la tarea de llevar un poco de orden y de sentido común aplicado a la administración de una empresa de servicios públicos, después de años y años de abandono y de desmanejo.

Este, sin lugar a ninguna duda, es el caso de Absa, la encargada de brindar agua corriente (y en lo posible potable) en la Región. Y lo de “en lo posible potable”, no debe ser tomado como una “chicana”, sino como un dato de la cruda realidad que desde hace tiempo padecen, por ejemplo, los vecinos de un amplio sector de Gonnet y Villa Castells.

Absa suma años y años de desmanejo, de falta de inversiones, pero sobre todo de una planificación estratégica acorde con las necesidades de los vecinos a los que debe atender -y que pagan una tarifa que, por cierto, no es barata-.

En pocos días se cumplen dos años de que la administración Cambiemos se hizo cargo de Absa.

En La Plata se avanzó en un plan de recambio de cañerías domiciliarias y se inició la construcción del llamado acueducto Norte. La promesa de la construcción de una segunda planta potabilizadora en Ensenada, por ahora, es sólo eso. Sólo se avanza en la modernización de la que, en el mismo distrito, funciona desde hace casi medio siglo.

Ayer casi media Ciudad estuvo sin agua, o con baja presión. Hubo una rotura en la usina del Parque Saavedra. Uno teme que ese cuadro sea el común denominador del verano.

Vecinos sin agua, en medio de una ciudad en la que cada dos cuadras uno se encuentra con esos manantiales que emanan de las cañerías rotas que, de tanto en tanto, se ocupan de arreglar.

 

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