A 30 años de su muerte: Luca Prodan, el marciano que transformó el rock nacional

Su arribo al país transformó la escena musical: trajo nuevos sonidos y una nueva actitud a un panorama anclado en los ‘70

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Hace 30 años, pocas horas después de brindar un show junto a su banda Sumo en la cancha de Los Andes, en la madrugada del 22 de diciembre de 1987, moría Luca Prodan, el músico ítalo-escocés que llegó al país a principios de los ‘80 y sacudió al rock argentino con ritmos desconocidos hasta ese momento por estas tierras.

En medio del lógico atraso que existía en esos años para acceder a las novedades musicales de Estados Unidos y Europa, y de las restricciones impuestas para los artistas de habla inglesa por la dictadura militar a raíz de la Guerra de Malvinas, este trotamundos nacido en Italia, que estudió en Escocia y pasó parte de su juventud en Londres, se encargó de divulgar entre el público argentino las nuevas tendencias de los países centrales del rock.

En un panorama musical dominado aún por las tradiciones inauguradas con la edición de “La Balsa”, en 1967, Luca Prodan apareció como un “rara avis” en la escena local con canciones impregnadas de reggae, hardcore, new wave y demás corrientes musicales derivadas del punk. Mientras la plana mayor del rock argentino aún abrevaba en los Beatles, los Rolling Stones, Led Zeppelin o el rock sinfónico, entre otras influencias, Luca desplegó un estilo que debía su impronta a desconocidos para los argentinos hasta ese momento como Blondie, Van Der Graaf Generator, Elvis Costello y, fundamentalmente, Ian Dury & The Blockheads.

Tal vez su desconocimiento total de la obra de figuras centrales como Charly García, Luis Alberto Spinetta, Litto Nebbia o Pappo, resultó fundamental para que el cambio planteado por este músico sea tan radical para el movimiento vernáculo. En esta misma sintonía habría que ubicar su decisión de cantar en inglés, casi un sacrilegio en un ámbito en donde hacía más de 15 años resultaba un motivo de orgullo el uso de la lengua castellana en el rock. En apenas 5 años al frente de Sumo, este artista, que logró un moderado reconocimiento en vida, con limitadas ventas de discos y tickets para sus shows, estableció parámetros indispensables para el devenir del rock argentino, con una influencia que persiste al día de hoy.

EL ENIGMA Y EL ARRIBO

Luca llegó a la Argentina a principios de los ‘80 en un desesperado intento por escapar de su adicción a la heroína, una decisión que tomó luego de ver una postal enviada por su amigo de la infancia y futuro representante de Sumo y Las Pelotas, Timmy McKern, de las sierras cordobesas, en donde se había radicado desde hacía algún tiempo.

La historia de Prodan hasta ese momento resulta un verdadero rompecabezas del que se tienen pocas certezas debido a las contradicciones existentes en sus propios relatos. Sin embargo se sabe que su padre era un empleado de los míticos estudios de cine Cinecitta, que estudió en un exclusivo colegio pupilo en Escocia, en donde fue compañero del Príncipe Carlos de Inglaterra y que vivió en Londres en plena explosión punk. Estas coordenadas sirvieron para que Luca relatara extraordinarios e incomprobables eventos, como que de niño comía espaguetis en la falda del propio Federico Fellini, que había trompeado al futuro Rey de Inglaterra, que conocía personalmente a Sid Vicious o que había asistido a un concierto de Van Der Graaf Generator junto a Johnny Rotten.

Ya en nuestro país, Luca formó Sumo: con tres discos oficiales editados, este combo se caracterizó por reunir a “los sucios, feos y malos” del rock argentino, en medio de la explosión musical desatada en plena “primavera alfonsinista”.

Pero más allá de sus novedosos ritmos y de la historia de vida de Luca que lo ubicaba como un “outsider” total del movimiento, esta figura se reinventó como un entrañable personaje de la vida porteña. Agudo y desprejuiciado observador, era común ver a Prodan deambular por bares, conversando con extraños y compartiendo tragos con quien quisiera sentarse en su mesa.

Sin embargo, el objetivo inicial de Luca de escapar de la adicción a la heroína simplemente derivó en el reemplazo de esa sustancia por el alcohol, por lo que sus días estaban contados. Finalmente, una avanzada cirrosis terminó con la vida de Luca en la madrugada del 22 de diciembre de 1987, mientras dormía en su casa ubicada en el barrio porteño de San Telmo.

Luca contaba que comía espaguetis en la falda de Fellini y que había golpeado al Príncipe inglés

 

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