Inexplicable agravamiento de las condiciones de seguridad en hospitales de la Provincia

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Nada parece haber cambiado en lo que concierne a la seguridad en los hospitales públicos de la Provincia, muchos de ellos sometidos como se sabe al flagelo de los ataques y de episodios de violencia en contra de médicos y enfermeros, aun cuando, si alguna variación se registró en los últimos tiempos, podría hablarse de un agravamiento de ese cuadro ya que ahora se denuncia también un crecimiento de los robos y saqueos en perjuicio del personal y de esos mismos centros de salud.

Tal como se informó, en las últimas jornadas se reiteraron en los hospitales las habituales escenas de golpes, empujones, gritos e insultos a médicos y enfermeros. Lo cierto es que a lo largo de los últimos años algunos hospitales -pero, especialmente, las guardias- se han venido convirtiendo en escenarios cotidianos de una violencia social que parece fuera de control.

A raíz de todo ello, en marzo del año pasado, tras una seguidilla de golpizas sufridas por médicos en La Plata, los ministerios de Salud y Seguridad lanzaron el denominado Plan de Seguridad en Hospitales, una iniciativa que buscaba proteger tanto a los integrantes de los equipos de salud como a los pacientes con un conjunto de medidas para frenar la violencia. Más allá de que la mayoría de estas acciones siguen sin implementarse, en los once meses transcurridos desde aquel anuncio, nada cambió.

Desde el Colegio de Médicos local se puso de relieve que las agresiones de familiares de pacientes a médicos que trabajan en las guardias se han naturalizado tanto que la mayoría de las veces ya ni siquiera se denuncian. Y en las condiciones actuales tampoco es esperable que la situación vaya a mejorar. Dijeron que, además de los ataques físicos, también se registran robos contra el personal hospitalario, al que despojan de celulares y billeteras, en tanto que se producen diversos ataques a mobiliarios o depósitos en busca de objetos de valor.

Cabría recordar que en agosto de 2014 el gobierno provincial había anunciado que se reforzaría la seguridad en los hospitales para evitar los reiterados actos de violencia en perjuicio de los médicos y enfermeros, aunque, al igual que en otras oportunidades, las medidas adoptadas no se mostraron eficaces en absoluto. Corresponde señalar que, aunque sin la virulencia que registra en hospitales públicos, la creciente cantidad de agresiones contra el personal de salud constituye un fenómeno que se da también en sanatorios y clínicas privadas, según confirmaron desde FECLIBA.

No debiera ser preciso enfatizar acerca de la necesidad de que los hospitales, por la función que cumplen, por la condición en que se encuentran quienes están allí internados o acuden en busca de una consulta y, desde luego, el personal médico y auxiliar que atiende a esos pacientes, cuenten con las absolutas condiciones de seguridad.

Sólo cabe esperar, por consiguiente, que las autoridades provinciales reimpulsen aquellas medidas que puedan alcanzar la eficacia suficiente como para aumentar en forma sensible los márgenes de seguridad en los hospitales, permitiéndoles a los médicos y enfermeros desarrollar sus tareas sin presiones ni amenazas de ninguna índole. Y, al mismo tiempo, devolviéndoles a los pacientes la tranquilidad que merecen en un sitio que existe para salvar vidas y no para ponerlas en riesgo.

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