La psoriasis no se cura pero se puede mantener bajo control

No se conoce con exactitud cuáles son las causas de la enfermedad pero existe una predisposición genética y se sabe que ciertos estímulos pueden desencadenarla o empeorarla

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La psoriasis es una enfermedad crónica de la piel en la que se alternan periodos de mejora con otros de empeoramiento.

“El curso de la psoriasis es caprichoso, ya que puede desaparecer y volver a aparecer en los mismos sitios del cuerpo o en otros”, explican desde Acción Psoriasis, una asociación española de familiares y pacientes con psoriasis y artritis psoriásica.

Los especialistas del Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel de Estados Unidos indican que las células cutáneas crecen en las capas más profundas de la piel y suben lentamente a la superficie para reemplazar a las células muertas.

“Este proceso se llama renovación celular y tarda aproximadamente un mes. Con la psoriasis, la renovación celular ocurre en sólo unos pocos días, lo que provoca que las células nuevas suban demasiado rápido y se acumulen en la superficie”, detallan.

No se conoce con exactitud cuáles son las causas de la psoriasis pero se sabe que existe una predisposición genética y que ciertos estímulos pueden desencadenar la enfermedad o empeorarla. Entre ellos, los dermatólogos de la Fundación Piel Sana señalan ciertas infecciones, los traumatismos sobre la piel, el estrés y algunos medicamentos.

Las placas de piel gruesa, enrojecida y con escamas plateadas a menudo se encuentran en los codos, las rodillas, otras partes de las piernas, el cuero cabelludo, la parte baja de la espalda, la cara, las palmas de las manos y las plantas de los pies

En este sentido, la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) expone que la probabilidad de que la padezcan los hijos si uno de los progenitores la tiene es del 10%, mientras que si son los dos padres los que tienen psoriasis, la cifra aumenta al 33%.

Esta entidad subraya que no es fácil prevenir la psoriasis, pero indica que se pueden tomar ciertas medidas que contribuyen a evitar que se desencadene, como tratarse adecuadamente las infecciones, sobre todo las estreptocócidas, no tener obesidad y suprimir el alcohol y el tabaco.

Según indica la AEDV, los síntomas más habituales de la psoriasis son, por este orden, descamación de la piel, prurito, eritema, cansancio, inflamación, ardor y sangrado.

Por su parte, el Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel de Estados Unidos afirma que, en la mayoría de los casos, la psoriasis causa parches o placas de piel gruesa, enrojecida y con escamas plateadas.

“A menudo se encuentran en los codos, las rodillas, otras partes de las piernas, el cuero cabelludo, la parte baja de la espalda, la cara, las palmas de las manos y las plantas de los pies. También pueden aparecer en otras partes tales como la zona de las uñas, los genitales y la parte interior de la boca”, expone.

Pablo de la Cueva, miembro de la AEDV, subraya que la psoriasis “puede ser una enfermedad devastadora a nivel psicológico, especialmente cuando afecta a zonas visibles como la cara o las manos o a la zona genital”.

El dermatólogo expresa también que es una patología “que puede aparecer a cualquier edad” y que tiene “una carga física, emocional y social”.

tratamientos

Por el momento, no existe una cura para la psoriasis pero sí hay tratamientos que pueden ayudar a mitigar los síntomas y mantener la enfermedad bajo control. Las opciones para tratarla consisten en productos que se aplican directamente sobre la piel como cremas o pomadas, fototerapia y distintos fármacos.

La fototerapia se basa en la exposición controlada a luz ultravioleta. Además, hay un tratamiento denominado PUVA que “combina el uso de la luz ultravioleta con un medicamento que sensibiliza la piel a la luz”, destaca el Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel de Estados Unidos. Esta entidad explica que otro de los modos de combatir la psoriasis es con un tratamiento sistémico, es decir, mediante el uso de determinados fármacos ya sea por vía oral o mediante inyecciones.

“La respuesta al tratamiento varía de una persona a otra, por lo que su dermatólogo será el mejor aliado para saber cuál le conviene y, dado que muchas veces se requerirá tratamiento de por vida, es fundamental establecer una buena relación médico-paciente con él”, manifiesta la Fundación Piel Sana, la que añade que hay que desconfiar de los anuncios de tratamientos curativos “ya que éstos no existen y son timos que, además de crear falsas esperanzas, pueden incluso llegar a empeorar la enfermedad”.

De igual modo, recomienda que, si se realiza algún tratamiento alternativo, hay que comunicárselo al médico “porque algunos de ellos tienen efectos secundarios o interaccionan con los medicamentos que pueda estar tomando el paciente”.

 

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