Aquel “error”, una muestra de “Fair Play”

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Un hecho lo pintó de cuerpo entero como persona a Roberto De Vicenzo, al margen de su extensa y exitosa carrera como golfista, sucedió en el año ‘68, en el marco del Masters de Augusta, uno de los cuatro torneos más importantes del mundo.

El 14 de abril de 1968, en día de su cumpleaños 45, De Vicenzo perdió la chance de consagrarse campeón de ese torneo estadounidense por un error en la anotación de su compañero de juego, Tommy Aaron.

El golfista estadounidense le anotó cuatro golpes al argentino en el hoyo 17, en lugar de los tres que había realizado para el “birdie”. De Vicenzo jamás revisó sus tarjetas al final del torneo y las firmó con el golpe de más.

Por las reglas del deporte, el comité del torneo le concedió entidad a lo presentado por el golfista porque registraba más golpes (si eran menos, lo hubiesen descalificado). Por el error, el argentino culminó segundo y le adjudicaron el Grand Slam a Bob Goalby, con quien hubiese disputado un desempate.

Pero no fue el error, sino la reacción que tuvo De Vicenzo lo que sorprendió a todos. Don Roberto se limitó a decir unas simples palabras que pasaron a la historia: “Qué estúpido soy”. Jamás culpó a Aaron, ni reclamó a las autoridades para que no aplicaran el reglamento y así obtener el campeonato.

Años más tarde, De Vicenzo se refirió al tema en cuestión. “Cuando se detectó el error, mi respuesta fue muy sencilla y entre lágrimas dije: ‘Los reglamentos hay que respetarlos’. Siempre creí que el único tonto había sido yo, entonces no le podía echar la culpa a otro. Y esa actitud fue la que me terminó abriendo las oportunidades para viajar por todo el mundo. Gané reconocimiento. Si yo hubiera dicho: ‘Me hicieron trampa’, las puertas se me habrían cerrado. Al final, terminó siendo el mejor error de mi vida”. Así fue Don Roberto De Vicenzo en la vida y en la cancha de golf. Un tipo bueno, un verdadero caballero.

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