Casi un 30% de los taxistas dejaron su trabajo por miedo a los robos violentos

Los propietarios dicen que faltan choferes. Consideran que es “demasiado riesgo para poca ganancia”

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Hubo una época en la que los taxistas amaban su oficio. La actividad en sí tenía sus costados atractivos: pasar las horas en la calle mirando gente, sentirse camarada con los colegas, charlar con el pasajero o disfrutar los días de sol radiante, aunque más no sea detrás de una ventanilla. Pero la situación cambió, no porque todo eso se haya ido, sino porque perdió peso frente a la inseguridad.

El problema se sitúa como el motivo principal de quienes abandonaron el volante de un taxi para dedicarse a otros rubros del transporte o, directamente, trabajar de algo totalmente distinto.

Se calcula que entre el 20 y el 30 por ciento de choferes dejó el oficio en los últimos años. La estadística surge del sector privado y del sindicato que los agrupa. Hay 2.131 taxis habilitados en La Plata, aunque no todos cuentan con un conductor asignado.

“La prueba palpable está en que hay cualquier cantidad de autos parados: el que es dueño de seis, tiene dos o tres sin funcionar, lo mismo que el dueño de dos, que tiene a uno sin andar. Todo porque faltan choferes”, afirmó Ricardo Saavedra, dueño de una empresa del área. Para él, la inseguridad está al tope de las razones de por qué hay cada vez menos “tacheros”.

“AHORA HAY MUCHA SAÑA”

Adolfo pasó 20 de sus 60 años al volante de un taxi. La comparación con tiempos pasados fue inmediata: “Antes también había problemas, pero ahora hay mucha saña. Y se podía salir de noche a trabajar”, explicó. Si bien a él no le tocó sufrir ningún caso grave, decidió dejar la calle cuando lo asaltaron hace dos meses.

Para él, la delincuencia también se instaló en cada resquicio de la sociedad. Hace pocos días, a metros de su casa, le partieron la cabeza a culatazos a un peluquero para robarle 200 pesos.

Estaba previsto para la semana pasada una movilización de taxistas a la Municipalidad para reclamar medidas preventivas contra el delito, que finalmente no se realizó. En síntesis, lo que hace años reclaman desde el gremio es que se instalen cámaras de seguridad para lograr dos objetivos: desalentar un posible robo y, en caso de que ocurra, poder identificar al ladrón que viajó en el asiento trasero.

La cuestión es compleja porque hubo episodios -en los últimos días- en los que los delincuentes aparecieron de sorpresa en una moto o caminando, aprovechando cuando la víctima recién había frenado para dejar a un pasajero. También le pasó a otro conductor que, por un desperfecto, se tuvo que bajar a ver qué pasaba y fue abordado con un arma en la cabeza. Los crímenes fueron cinco en los últimos 15 años.

Subirse a un taxi

“El que se pone a manejar un taxi puede ser por necesidad o porque le guste mucho la actividad. La verdad es que tiene su lado lindo, como llevar pasajeros y hablar con la gente. Pero hay dos grandes problemas. El primero es la inseguridad, que hace que los choferes anden preocupados. El segundo son los cortes y las congestiones de tránsito, sobre todo en el Centro, que es donde más se trabaja. Eso hace que estén estresados”, argumentó Juan Carlos Berón, jefe del sindicato que los nuclea.

El líder gremial introdujo cuestiones accesorias a la delincuencia. Además de la “mala sangre” que provoca el tráfico cada vez más caótico, para él también entra en juego la cuestión económica.

Los conductores “van y vienen por el miedo. El 30% dejó, aunque varios volvieron porque no tienen un peso. Cuando se acomodan unos meses, se van de nuevo para ver si consiguen otra cosa”, resaltó Berón, que habló de una “falta” de taxistas que se dediquen a la actividad en los últimos años.

A la hora de hacer cuentas, el oficio “rinde poco”.

Según las fuentes consultadas, un chofer recauda 400 pesos en un buen día de trabajo, “nunca más que eso”. La jornada suele extenderse por 12 horas y la costumbre marca trabajar de lunes a sábado, aunque algunos también salen los domingos. “Encima de eso, los choferes corren el riesgo de que los lastimen”, sentenció.

Ricardo Saavedra coincidió con esa óptica y apuntó a una cuestión visible para cualquiera que, varado en algún punto de la ciudad, espera ver algún cartelito de “libre” brillante en la oscuridad: “En el gremio se perdió mucho el turno nocturno. En general, varios prefieren arrancar a las 6 de la mañana. Casi nadie sale después de las 22. Como mucho, el 30% sale a la noche, y de ellos la mitad se termina a la medianoche”.

En un contexto adverso por varias cuestiones, los “tacheros” reclaman una solución para al principal motivo que los aleja del volante: el temor a terminar lastimado de un tiro o una cuchillada.

En las últimas horas, representantes gremiales del sector mantuvieron una reunión con autoridades municipales para avanzar en la gestión de algunas propuestas que, por lo menos, aliviarían el problema.

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