Un coloso de la salud pública que no merece esta realidad

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En varios sectores del inmenso predio que alberga el hospital Alejandro Korn, los contenedores metálicos colocados para concentrar los desperdicios “comunes”, aquellos no patogénicos, son apenas el centro de basurales que se extienden varios metros en derredor: atiborrados y oxidados, son acechados por roedores y dan la impresión de que van a desfondarse cuando alguien intente llevárselos. Este desborde de residuos, más allá de la amenaza a la salubridad que representa en un lugar particularmente sensible, es ante todo una postal del prolongado deterioro de un sistema sanitario cuyo apuntalamiento se declama pero no siempre se ejerce. Así como lo son también los centenarios edificios abandonados del antiguo policlínico romerense, que en un mundo ideal combinarían acervo patrimonial con funciones sanitarias o administrativas. En este contexto, el plan de restauración anunciado por el gobierno provincial abre crédito a la chance de revertir la declinación de uno de los mayores hospitales platenses, pilares indispensables a la hora de contener a los más vulnerables y, por lo tanto, generar escenarios que tiendan hacia la equidad de oportunidades para todos los actores sociales.

 

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