El joven lustrabotas que le escapó al paco y custodia el legado de un viejo oficio

“Sacar agua de las rocas” podría ser el lema de Nancy Maldonado, la titular de Sumando Voluntades, el parador nocturno para gente en situación de calle que además de brindarle cama a 26 personas, cada noche le da de comer a un centenar de necesitados. Todo sin ninguna ayuda estatal, ni subsidios. En ese contexto, que se alquile una nueva casa que se destinará a mujeres sin techo, o que Alfredo Martins -25 -, ex adicto al paco y chico de la calle, tenga su primer trabajo como lustrabotas, habla a las claras de que con perseverancia, se puede.

“Dios me abrió la puerta”, es la primera frase de Alfredo Martins. Así expresa cómo se siente desde que la gente de la fundación le dio un lugar para dormir y la contención para que pudiera abandonar el paco, una droga que consumió durante tanto tiempo que, como una de las secuelas, lo dejó casi ciego.

Desde los 8 años, Alfredito, como le dicen los amigos de Sumando Voluntades, pasó la mayor parte del tiempo en la calle; como no fue a la escuela, no aprendió ni a leer ni a escribir y se ganó la vida como vendedor ambulante en los micros de la línea 307, donde se hizo de amigos incondicionales.

“La última Navidad dormí en los pasillos del Hospital San Martín, fui a pedir ayuda al parador de la Municipalidad, pero no me abrieron las puertas; entonces, un conocido me trajo acá. Cuando el 31 de diciembre me dijeron que no me acostara que íbamos a festejar el Año Nuevo, no lo podía creer”, resume el joven. A partir de esa fecha, Alfredito sintió la calidez de un hogar y también asumió el desafío de barrer, aunque casi no viera el piso, o cargar las bolsas de las donaciones para almacenarlas en la cocina.

Heredero de un oficio

Otra de las cosas que nunca imaginó es que se convertiría en el heredero del capital de trabajo de un lustrabotas que trabajó 40 años en capital federal. “Las hijas trajeron el cajoncito como parte de una donación y lo restauraron, compraron pomadas y cepillo y Oscar, un amigo de acá, me enseñó el oficio”, cuenta.

Alfredito espera atraer muchos clientes en la zona de Tribunales, donde trabaja desde ayer, pero asegura que lo hará sin tarifa para que cada uno le dé lo que pueda. “Dios me dio otra oportunidad y yo no necesito mas que un pantalón, un buzo, un mate en una plaza y ganarme la vida honradamente como hice siempre”, confiesa.

nueva casa de sumando voluntades

“En nuestra casa de 37 ya no tenemos mas espacio, ni camas, la situación está muy complicada y crece el número de gente que nos viene a pedir ayuda, por eso abrir una nueva sede en 6 entre 37 y 38 nos va a permitir tener un lugar exclusivo para las mujeres”, aclara la voluntaria.

Aunque preocupe reunir los 12 mil pesos que costará ese alquiler, lo que se suma a los 18 mil que deben pagar por la vivienda de 37, Nancy Maldonado apuesta a que se logre reunir esos montos con la realización de eventos como los tés o la feria americana, en la que reconoce que a veces se da mas de lo que se vende por el pedido de gente carenciada. Además se lanzó una campaña para conseguir socios adherentes desde $ 100 por mes.

La nueva casa que se proyecta poner en funcionamiento en un mes contará con 3 habitaciones en las que se prevé disponer entre 10 y 15 camas, una cocina, un baño y una sala. “El que pueda ayudar que ayude”, remarca Nancy y recuerda la casa de barrio Norte de la que se tramita la cesión desde hace 5 años. “Esa propiedad está abandonada desde el año 1958, se deben todos los impuestos y nosotros creemos que por la obra que hacemos merecemos que el Estado nos la deje usar”, agrega la voluntaria.

En las recorridas diarias, la gente de Sumando Voluntades asiste a 85 personas con alimentos calientes y mantas, pero además se ayuda a 19 familias que tienen donde vivir, pero no qué comer.

Para alimentar a toda esa gente es esencial el aporte de comerciantes y particulares que les llevan desde arroz hasta latas de tomate o yerba.