Sin clases ni deporte, Villa Alba vive su duelo por las pérdidas de Daiana y Camila
Edición Impresa | 25 de Agosto de 2017 | 03:38

La escuela Nº 59 de Villa Alba ayer no abrió sus puertas. La conmoción por el suicidio de dos alumnas de ese establecimiento aún perdura y muchos vecinos de la zona todavía murmuran lo sucedido sin llegar a comprender las razones que habrían empujado a estas dos adolescentes a tomar tan fatal decisión.
“Estamos muy tristes, es un momento difícil. Todo el barrio está conmocionado por lo que pasó. No entendemos por qué tomaron esa determinación. Yo no tenía trato personal pero las conocía porque estaban todo el día acá. También en el colegio estaban preocupados. Desde que pasó el primer suicidio estamos hablando de eso”, cuenta Alberto Barrios, que tiene una verdulería pegada a la escuela.
Las dos chicas que decidieron morir con pocos días de diferencia eran amigas desde hacía diez años. Daiana (17) fue la primera que tomó esa decisión, y el sábado 12 se colgó del techo de su casa. Sus hermanos la encontraron muerta junto a una carta que había escrito a modo de despedida.
Las dos chicas eran amigas desde hacía diez años. Daiana (17) fue la primera que tomó la decisión. Días después la siguió su amiga, Camila(15)
Días después la siguió su amiga, Camila (15), que se colgó con un cable del parante que sostenía la cortina del baño de su casa. A Camila la encontró la menor de sus ocho hermanos, de cinco años. Y murió después de una larga agonía en el Hospital San Martín. Las dos chicas dejaron cartas, que ahora están en manos de la justicia.
“Me golpeó fuerte la noticia, no imaginaba que algo así pudiera suceder. Camila era una chica simpática. Los padres son excelentes, los dos trabajadores, pero todavía no pude hablar con ellos”, cuenta el abuelo “postizo” de Camila (viudo de su abuela biológica).
Los vecinos cuentan que desde ayer no hay nadie en la casa de Camila. Se rumorea que los padres hablaron de mudarse, sobre todo porque los hijos están muy impresionados con lo sucedido.
El barrio está callado y las calles solitarias. La tristeza se respira en el aire. “Yo fui vecina de Camila hasta hace seis meses, cuando me mudé para tener mi bebé. Me quedé totalmente sorprendida con la noticia. No tenía mucha relación con ella, pero era una chica tranquila. Sé que le gustaba jugar al hockey”, dice Carolina de la Fuente.
Rosa Jarsal, que vive frente a la que era su casa, la recuerda como una chica “buena, tranquila, que no se metía con nadie, amable” y manifiesta su tristeza ante la pérdida. “Yo tengo hijas adolescentes y, como madre, me preocupa el tema. Mi hija se quedó mal. Es muy triste todo esto. Se dice que las dos estaban en un juego”. Cuenta también que todavía no pudo hablar con los padres, pero que vio entrar y salir de la casa a varios de sus compañeros del colegio.
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