Renace el fantasma golpista

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En febrero de 1992 una intentona golpista buscó cumplir la promesa fallida de encarrilar el Estado y erradicar la pobreza de Venezuela, 25 años después la posibilidad de que un movimiento militar despierte para estremecer los cimientos de una nación atrapada en la crisis sigue latente. Ayer, un movimiento de una veintena de hombres uniformados, varios de ellos civiles, asaltó un cuartel militar de blindados del Ejército, uno de los más importantes del país, y aunque fueron sofocados, la idea del “golpe de Estado” renace en Venezuela.

El último golpe fue en abril de 2002, y sacó brevemente del poder al fallecido presidente Hugo Chávez, para que un gobierno se instaurara en un fugaz periodo de tres días. El anterior a ese fue cometido por el propio Chávez, en 1992, que entonces era un desconocido teniente coronel del Ejército, y aunque fracasó en la táctica, levantó las pasiones de sus partidarios que luego le convirtieron en presidente en una elección democrática. Otros 10 alzamientos anteriores, determinan la frágil historia republicana y democrática de Venezuela.

Ahora, con un Parlamento opositor pero estéril, la fiscal general Luisa Ortega, beligerante pero destituida, y las protestas callejeras disminuidas y con un liderazgo atomizado, el sector que cree en la necesidad de un cambio de Gobierno vuelve a depositar sus esperanzas en un alzamiento militar.

El propio presidente del Parlamento, el opositor Julio Borges, ha hecho la misma petición. No hace mucho sugería desde la Cámara que cualquier uniformado que decidiera revelarse al Gobierno para defender a los ciudadanos, sería perdonado por la historia.

Más allá de la escalada discursiva, lo cierto es que el extemismo del gobierno de Maduro, genera situaciones de violencia, que ahora se ven agravadas por el frustrado conato armado. (EFE)

 

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