El poeta y sus tres mujeres: un melodrama de enredos sobre la indecisión amorosa

La cinta del surcoreano Hong Sang-Soo, uno de los grandes estrenos del 2017, dejará los cines mañana. ¿Por qué hay que verla?

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“El día después” llegó como un regalo de Navidad a los cines: apodado, con mayor o menor grado de justicia según quien escriba, el Woody Allen del cine asiático, Hong Sang-Soo, uno de los cineastas predilectos de los especialistas, no suele mostrar sus películas en la cartelera comercial a pesar de que se trata de uno de los cineastas más aplaudidos del mundo.

Y también uno de los más prolíficos: este año estrenó tres películas, y las tres se vieron, como es habitual, en el circuito festivalero (“Alone on the beach at night” en el BAFICI, “El día después” y “La cámara de Claire” en Mar del Plata), pero sólo “El día después” llegó a las salas comerciales, y por sorpresa.

La película dejará los cines locales mañana y, en una cartelera repleta de películas hollywoodenses para los más chicos (tendencia que se acentuará esta semana con el arribo de “Coco”) funciona como un soplo de aire fresco. ¿Por qué hay que aprovechar y verla en cines antes de que se vaya?

DE QUÉ VA

Como en todo el cine de Hong, el elemento biográfico se funde con la ficción: así, el cineasta, que viene de protagonizar un escándalo bien farandulesco en su país de origen (se enamoró de la protagonista de su filme “Right Now, Wrong Then” mientras estaba casado, el escándalo estalló y contó todo en su siguiente cinta, ¡con la misma actriz!) relata una historia de un modesto escritor y editor de libros que esconde de su mujer un affaire con una empleada mientras comienza a enamorarse de una joven que llega a trabajar a su editorial.

POR QUÉ VERLA

Las infidelidades amorosas de este editor son tratados con un impulso melodramático, completo con un suculento uso del blanco y negro en la invernal Corea del Sur, pero aunque hay grandes llantos (en el cine de Hong se estalla en llanto, las lágrimas irrumpen fuera de control por los bordes de las apariencias) no hay grandes discursos: todo transcurre alrededor de diversas mesas, en discusiones donde se habla de algo pero en realidad se habla de otra cosa y, como siempre en el cine de Hong, alrededor de la bebida que lubrica las catástrofes confesionales de un escritor atrapado en su red de mentiras y preso de impulsos que la cinta muestra verdaderos: la indecisión es metafísica porque es propia de un hombre sin fe en un orden mayor, que no ve por qué debe dejar de perseguir su deseo pero a la vez se ve atormentado por él.

QUÉ DIJO LA CRÍTICA

“Se habla mucho y se hace poco. Y la cámara enfrenta a sus personajes para mostrar sus oposiciones y sus diferencias. El film deja ver que el discurso amoroso está lleno de saltos y vacilaciones, que una cosa son las palabras y otra, los hechos. Y que es una misión perdida el querer entenderlo desde las palabras.”, escribió Alejandro Castañeda en la edición del 29 de diciembre de EL DIA.

 

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