Cada vez preocupa más la inseguridad en la zona del Centro

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En materia de seguridad los primeros días de 2018 tampoco fueron propicios para el centro de la Ciudad, sometido como pocas veces antes a una serie de asaltos, destrozos nocturnos y robos “pirañas”, esta última modalidad caracterizada por la entrada de muchos menores a comercios en los que arrebatan mercaderías y escapan rápidamente, entre otros delitos que se suceden sin que se atine a frenar esa ola delictiva.

Así lo acaba de reflejar un informe publicado en este diario, demostrativo del malestar reinante entre vecinos y comerciantes del Centro por la interminable sucesión de robos y destrozos que sufren, al punto de que en los días del verano pueden contarse más de diez asaltos violentos a distintos locales y al hecho, ya sumamente grave, de que algunos comerciantes habrían sido extorsionados por una banda que pediría plata a cambio de “protección”.

A su vez, tal como se ha dicho, junto a los asaltos y los llamados escruches nocturnos que se vieron acompañados por la rotura de persianas, vidrieras y mostradores, durante las últimas semanas se intensificaron los ataques “pirañas” que algunos comerciantes consultados adjudican a un grupo de menores.

Algunas de las víctimas coincidieron al señalar la sospecha de que el área céntrica de La Plata se haya convertido en una suerte de “zona liberada”. La preocupación por el cuadro reinante se acentuó a principios de este mes, cuando dos ladrones asaltaron una conocida joyería. Cabe señalar que al mismo comercio le habían robado hace seis meses. Lo cierto es que en un radio de pocos metros de ese local se concretaron siete robos de magnitud en poco tiempo, la mayoría de ellos asaltos perpetrados a plena luz del día.

Uno de los comerciantes enfatizó sobre la necesidad de una mayor presencia policial y también de inspectores municipales, por el problema accesorio que presentan los manteros. La gente busca un centro comercial limpio, con seguridad, dijeron, confrontando ello con la evidente degradación existente ahora por falta de debidos controles.

No se está frente a una situación novedosa, aunque sí merecería una atención especial por parte de los poderes públicos, como se viene remarcando desde estas columnas. Sea como sea, la necesidad de que se refuercen los patrullajes, de que se destine más personal para la vigilancia y prevención callejera –no sólo en el Centro, sino en todo el distrito platense- forman parte de los requerimientos planteados por los vecinos. Se sabe que en muchos barrios y localidades de la periferia se percibe que la ola de robos resulta irrefrenable, en situaciones que, además, se caracterizan por la extrema violencia con que actúan los delincuentes

Se ha dicho en esta columna que la experiencia ha venido demostrando que la cooperación y el compromiso vecinales son una valiosa contribución y que, en no pocas oportunidades, a partir de esos aportes pueden hallarse nuevas y muy eficaces alter nativas. Pero nadie podría poner en duda, por supuesto, que es el Estado el que debe brindar-sin apartarse, en ningún momento, de los márgenes de la legalidad- el servicio de prevención y de acción policial contra el delito. Lamentablemente, pareciera que la ola de robos y asaltos ha recrudecido en las últimas jornadas, tanto como las cuotas de violencia que aplican los delincuentes.

Frente a ese fenómeno, es de esperar que la policía como la Justicia -y también la más atinada legislación- acudan a resolver un problema que, como el del delito, es complejo y debe ser abordado en su integridad, sin soslayar ninguna de las causas que lo originan.

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