Vecinos aún esperan por la Villa Hípica

Los vecinos deben convivir con la circulación de miles de equinos y la presencia de studs. Suciedad, olores y riesgo vial. Las autoridades dicen que “se evalúa” la ampliación del predio caballar, pero no hay definiciones

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Al trote, como si estuvieran en el medio de una pista, los caballos ganan terreno en la zona del denominado “barrio de los studs”, en 120 y 40, mientras los vecinos temen que en cualquier momento ocurra un accidente con los automovilistas que ingresan a la Ciudad desde la Autopista La Plata - Buenos Aires. Es que lejos de resolverse, el problema que genera la persistencia de los studs particulares en manzanas edificadas y densamente pobladas, al decir de la gente, se agrava: denuncian que no se realizan los controles necesarios y que en los últimos años aumentó la actividad de los “ilegales”. En tanto, desde la dirección del Hipódromo local se comunicó que la prometida ampliación de la Villa Hípica está “en estudio”, pero no se habló de los plazos para la concreción de un proyecto que es largamente esperado por los vecinos para sacar a los caballos de las calles del barrio.

Unos 1.900 caballos de carrera circulan periódicamente alrededor del Hipódromo local y quienes viven en ese barrio platense aseguran que el aumento del caudal vehicular hace que por momentos salir a la calle sea una aventura.

En ese marco, por las mañanas, temprano, el tránsito se enreda por la cantidad de caballos que van desde los studs hacia el Hipódromo; una zona de alta concentración equina es, por caso, la de calle 41 y diagonal 80.

“En una oportunidad se espantó un caballo y corrió hasta 2 y diagonal 80, se alteró la tranquilidad de todo el barrio y no ocurrió una tragedia de casualidad”, señaló Augusto Pietrabuena, quien vive a dos cuadras del Hipódromo.

Que los caballos causan problemas con el tránsito es conocido por todos los que viven en la zona, quienes aseguran que “quienes no se quejan son sólo los que tienen algún interés vinculado a la actividad”. Sabido es que muchas personas se ganan la vida como cuidadores y eso repercute hasta en pequeños comercios que se mantienen por ese movimiento. Quien esté afuera del ambiente “burrero” quizás no sepa que el Hipódromo es el último tramo de un proceso que se inicia en los haras, con la producción de caballos pura sangre, y sigue, tras la adquisición de un animal, en los studs, donde cada ejemplar destinado a la actividad hípica recibe la atención directa de no menos de 7 personas. Tanto es así se calcula que unas 40 mil personas viven de la actividad en la Región.

No pocos señalan que la presencia de los studs representa un riesgo sanitario para la población. “El stud también genera mucha basura que los cuidadores ponen en la vereda a las 17 cuando terminan la jornada; a su vez eso atrae a las moscas, a las cucarachas y a los roedores; por suerte, a raíz del pedido de los vecinos la Municipalidad colocó algunos contenedores y se reforzó un poco la limpieza”, contó Luis, vecino de 120 y 39.

Es que la basura no es un problema menor para la gente del barrio, ya que en días de lluvia muchas bocas de tormenta terminaban obstruidas por los desperdicios de los studs.

Aunque los frentistas no se animen a decirlo con nombre y apellido, muchos dijeron que “el mundo del turf es complicado” porque, aunque la idea era sacar esos emprendimientos del barrio y alojar a los caballos en la Villa Hípica, lo que se construyó no fue suficiente para satisfacer la demanda y tras la fachada de casas que parecen de familia, se desarrollan numerosos studs clandestinos. Así, los frentistas siguen sin ver cumplido su viejo anhelo de liberar la zona de los vareos.

“Por afuera parecen casas comunes, pero adentro hay caballos por docenas y esa gente no quiere que se hagan controles”, apuntó un vecino que advirtió que si hubiera sabido con anticipación los problemas que tendría en ese barrio, no se hubiera comprado una casa allí.

“La rambla de 120 es un potrero de animales, los caballos corren de un lado a otro, los montan y están todos los juegos infantiles rotos; uno no puede dejar ir a jugar a los chicos allí por temor a que les pase algo”, dijo un vecino que prefirió dejar su nombre en reserva por temor a las represalias de quienes viven de esa actividad en el barrio.

Por su parte el director del Hipódromo, José Malbrán, señaló con relación a la ampliación de la Villa Hípica, que “estamos viendo el proyecto, se están haciendo estudios, se evalúa”, pero descartó brindar mas precisiones acerca de las características del proyecto que se evalúa, los tiempos de ejecución y el presupuesto para la obra.

Como se recordará, a fines de enero de 2016, el por entonces presidente del Instituto Provincial de Lotería y Casinos, Melitón Eugenio López, anunció que se estudiaba un proyecto para ampliar la Villa Hípica del circo hípico platense en unos mil boxes, “sobre un frente de 800 metros ubicado a la altura del opuesto para ir erradicando los caballos de los studs del Barrio Hipódromo”. Con relación a los fondos necesario para la obra, se preveía que se hicieran cargo “las empresas privadas que están comprometidas con la actividad del juego”. Pero el proyecto de ampliación, por ahora, se sigue demorando. Y no por falta de espacio: el predio cuenta con un área de 64 hectáreas, dentro del cual, como se dijo, funciona la pequeña Villa Hípica inaugurada en 2001, pero cuya capacidad actual no alcanza para erradicar los studs que dominan el barrio.

Tiempo atrás, un artículo de este diario daba cuenta de que en la Ciudad hay alrededor de 3.000 caballos de carrera; censados todos, según se aclaró entonces desde la administración del Hipódromo, dentro del predio, en boxes que el ente le alquila a los propietarios, suman unos 500, mientras que en las inmediaciones del “circo”, justamente en el “Barrio Hipódromo”, viven en los studs 2.500 ejemplares.

En 2006 se aprobó una ordenanza que apuntaba a reducir la cantidad de animales instalados fuera del predio. La ampliación de la Villa Hípica en más de mil boxes apuntaba en esa dirección. “La normativa apunta a despejar de caballos las calles de este barrio, porque la verdad que no es bueno que estén cruzando diagonal 80 o avenidas como la 120 y la 122”, explicó tiempo atrás un funcionario del Hipódromo, pero la ejecución “sigue en veremos”.

Para los vecinos es tan engorroso convivir con la constante presencia de caballos en las inmediaciones que a mediados del año pasado impulsaron un singular proyecto, denominado “equino senda”, en el que pedían que la Comuna instrumente al menos un trazado exclusivo por el que deban movilizarse los caballos en la vía pública, sin entorpecer el tránsito.

UN LABERINTO VIAL

El problema, se dijo, no es nuevo. Años atrás la Comuna, para darle cierto alivio a los vecinos puso en marcha un esquema de ordenamiento de tránsito en las calles circundantes al Hipódromo con una zona con una franja horaria específica para el movimiento de caballos de carrera. Y se dispuso la instalación de carteles indicadores que autorizan la circulación de equinos entre las 6 y las 11 de la mañana sobre calle 41 en la intersección de las calles 118 y 120 mano derecha, y prohíbe el estacionamiento de vehículos.

Asimismo, se promovió la colocación de indicadores de la prohibición de circulación de equinos fuera del horario de trabajo en los stud, en la diagonal 114, frente al Hospital Gutiérrez, entre otras medidas.

Además en las calles 39 entre 119 y 121; 40 entre 118 y 121 y 41 entre 117 y 121 (en este caso mano izquierda) se colocaron carteles de precaución para que los automovilistas circulen a una velocidad máxima de 20 kilómetros en el horario de 6 a 11 de la mañana, debido al desplazamiento de equinos en la zona.

 

Datos

3.000
caballos de carrera
se estima que hay en la Ciudad. De ese total, medio millar está dentro del predio del Hipódromo, pero el resto, unos 2.500 animales, viven en los studs que se alinean en uno de los barrios más densamente poblados de La Plata.

40.000
familias
Son las que se estima viven de la actividad de los caballos en nuestra región. Se calcula que cada ejemplar recibe la atención directa de al menos siete personas (peón, domador, cuidador o entrenador, capataz, herrero, veterinario y sereno).

 

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