Educar en el respeto a las mujeres y contra la violencia de género

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En el contexto intensas campañas que tienen alcance nacional y, también, de los evidentes avances culturales que se vienen registrando en los últimos años sobre el tema, no pueden menos que ser mencionados y analizados algunos episodios de violencia de género que siguen registrándose en nuestra ciudad en forma cotidiana y que tomaron estado público en las últimas jornadas.

Importa menos, en realidad, describir los cuatro o cinco incidentes ocurridos que tuvieron como víctimas a mujeres, agredidas por sus actuales o ex parejas, que aludir a la persistencia de un fenómeno que excede lo penal y que se ve enmarcado en pautas educativas que atañen a toda la sociedad y que debieran ser corregidas.

Tal como se informó en ediciones anteriores, las estadísticas judiciales ponen en evidencia que las causas penales por violencia de género no dejan de crecer. En este sentido, las cifras aportadas por un informe de la Procuración General indican que en la Provincia se denuncia un ataque contra una mujer cada siete minutos. El trabajo oficial determina, además, que las parejas y ex parejas son responsables de la mayor cantidad episodios de violencia contra la mujer, seguido por los generados en el seno familiar.

En los tribunales se conoce, asimismo, que ante el creciente número de casos, las medidas de prevención –como las delimitaciones perimetrales o los botones antipánico entre otras- parecen cumplir de manera muy parcial con su cometido. Se sabe también que muchas alertas femeninas de peligro por amenazas de su pareja, presentadas ante la policía o a la Justicia, llegaron tarde y no lograron prevenir y evitar desenlaces no deseados. Desde luego que, como un factor que explica el crecimiento del número de causas, desde las dependencias judiciales se señala que existe una mayor decisión de las mujeres de concretar las denuncias, algo que antes no ocurría, sin que ello signifique minimizar las situaciones críticas que muchas mujeres siguen enfrentando en forma habitual.

Según relevamientos recientes, se registra en nuestro país un femicidio cada 18 horas. Aunque los mecanismos de prevención y defensa a la víctima lucen más aceitados, la realidad muestra que aún resta mucho camino para alcanzar una solución más integral.

Justamente, desde esta columna se viene encareciendo la importancia de apelar a soluciones de fondo, entre ellas a las que ofrece una debida educación ciudadana, instando a que se procure enseñar tempranamente, a niños y jóvenes de las escuelas, acerca de los principios que hacen a una mejor y más sana convivencia social, así como al pleno respeto de las personas sin excepción alguna.

Lo que estaría faltando, según especialistas, es el llamado plan nacional de acción para prevenir, erradicar y sancionar la violencia contra las mujeres. Como dato alentador debiera señalarse que, afortunadamente, no han faltado en estos años expresiones de rechazo a la violencia de género y acciones movilizadoras en defensa de la plena igualdad de las mujeres.

Asimismo, los planos institucionales se han sumado a la tendencia creándose organismos destinados a enfrentar el problema de la violencia de género, cuyos primeros resultados han servido, al menos, para obtener datos más certeros acerca de los alcances estadísticos de este flagelo.

Pero nada de ello valdrá tanto como la educación de base, impartida a nuestros niños, para que en las futuras generaciones existan bases sólidas, en las que poder apoyar un más pleno respeto a la identidad y a los derechos de las mujeres.

 

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