Las minorías conquistan la pantalla chica: la diversidad ya no es una opción, dicen los millenials

Cada vez más series están protagonizadas por minorías, un fenómeno que se extiende también a la tevé nacional

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La llegada de la generación millenial al sector audiovisual ha impulsado la entrada en televisión de voces que sirven de altavoz a minorías raciales o sexuales y a personas con discapacidades. “La diversidad ya no es una opción. Es hasta inmoral pasar horas en la vida de la gente repitiendo las mismas historias una y otra vez. Vivimos en un mundo diferente y es una responsabilidad tratar temas que afectan a las personas”, defendió Jane Millichip, directora general de Sky Vision, en la convención Mipcom, celebrada en Cannes, la cita televisiva más importante del planeta.

Y el cambio se refleja más y más en la programación: tras el éxito de shows como “Orange is the new black” o “Transparent”, que colocaron la diversidad sexual en el tapete, a la palestra salen este año series como “Man in an orange shirt” (BBC), una historia de amor homosexual cuando esto era ilegal en el Reino Unido; “The Bisexual” (Channel 4), creada por la estadounidense-iraní gay Desiree Akhavan, o “Insecure” (HBO), la nueva creación de la directora, productora y actriz Issa Rae, premiada en esta edición del Mipcom como Personalidad del Año, y que alcanzó la fama con “Awkward Black Girl”, una serie de vídeos “amateur” dirigidos y protagonizados por ella que lidiaban con la negritud.

“Las personas negras no hemos estado autorizadas a contar nuestras historias. Las series que veíamos en los 90 o a principios de los 2000 querían captar la mayor audiencia posible y me sorprendió descubrir los pocos negros que estaban detrás de esos proyectos”, criticó.

La concienciación parece estar mejorando y los consejeros de la industria coinciden en que “los elencos monoétnicos pronto serán cosa del pasado”, según una fuente anónima citada en la revista interna de la feria. “Los productores me dijeron que tenía que incluir más blancos en mi serie para atraer al público blanco, pero el hecho de ya hubiera tantos viéndola quizá quiera decir que están cansados de ver historias de blancos”, dijo Rae.

Ahora, según defienden los talentos emergentes, el público quiere autenticidad, y esto pasa por que en las salas de guionistas haya siempre una persona que haya vivido la historia que se va a contar.

En Estados Unidos, el grupo The Jim Henson Company ha lanzado un ejemplarizante proyecto en favor de la diversidad en el espectáculo con el programa “The Open Door Program”, para animar a vecinos de comunidades marginales de Los Ángeles a integrar la industria.

Y en Inglaterra también: la serie “The Bisexual”, cuya emisión en la televisión británica y estadounidense acaba de arrancar, es el resultado de la persistente lucha de Ahkavan por llevar una historia cotidiana a la pantalla. Su propuesta fracasó durante años, y cuando la directora la presentó a distintas cadenas en Estados Unidos solían decirle: “Lo sentimos, ya tenemos una serie gay”. Finalmente, encontró un hueco para producirla en el Reino Unido.

“Hago esto porque crecí con la televisión. Cuando fui mayor y vi que mi vida era tan diferente a lo que veía en la tele decidí entregarme a la causa y hacer algo que se parezca a la vida real”, dijo. Otros ejemplos llegan desde Bélgica, donde De Mensen ha producido “Team Chocolate”, una serie sobre una fábrica de chocolate que emplea a trabajadores con discapacidad mental. Su productor, Pieter Van Huyck, aseguró que el proyecto nunca fue una serie sobre diversidad, sino una historia de amor del mundo real.

La inserción requiere, según los especialistas, un riesgo financiero y una visión global que piense en la calidad de la historia per se y no solo en los números, para no hacer que estas reproduzcan guetos en la televisión. Los primeros pasos, sin embargo, se están dando todavía de manera aún segregada: a días del estreno en cines de “Locamente millonarios”, una comedia romántica con asiáticos, el mercado ya suma un superhéroe negro, una heroína mujer y una cinta animada dedicada a la cultura mexicana, que apelan a los mencionados nichos de mercado: otra forma de diversidad más compleja, construida de shows y cine donde convivan culturas, etnias y elecciones sexuales, sin que estas necesariamente sean tematizadas, es aún una rareza.

En Argentina, el fenómeno es similar: las elecciones sexuales diversas ya han copado el prime time televisivo, con parejas como “Flozmín” (“Las Estrellas”) o “Blasnior” (“Simona”) y personajes como el que interpreta Maite Lanata en “100 días para enamorarse”, causando furor en las redes y apelando a la sensibilidad de la audiencia millenial, profundamente atravesada por las problemáticas de género y diversidad sexual, y aunque no dejan de ser historias al costado de los romances y las tramas más “convencionales”, lentamente se está preparando el escenario para que en el horario central televisivo las ficciones nacionales desafíen estereotipos y visibilicen otras formas de ser y amar.

 

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