Certezas y especulaciones en Cambiemos después de la polémica misa de Luján

Por MARIANO PEREZ DE EULATE

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Por MARIANO PEREZ DE EULATE
mpeulate@eldia.com

¿Sorprendió al gobierno de María Eugenia Vidal esa suerte de “misa opositora” realizada el último sábado frente a la Basílica de Luján, interpretada por todo el arco político como un “gesto” hacia Hugo y Pablo Moyano, emblemáticos enemigos de Mauricio Macri con problemas judiciales? La verdad es que, más allá del análisis que se hizo en la Casa Rosada, en La Plata no hubo sorpresa.

La gobernadora conoce hace rato, y de fuentes privilegiadas, esa suerte de misión que se ha trazado la jerarquía eclesiástica argentina y que consiste en tratar de propiciar la reunión de cierta masa crítica justicialista, donde conviven actores políticos, sindicales y sociales, para estructurar alguna opción electoral opositora de cara al 2019.

Esta columna dio cuenta de que el proceso estaba en marcha a fines de junio pasado. Fue después de que el titular de la Pastoral Social del Episcopado, monseñor Jorge Lugones, le reprochara a Vidal la falta de “sensibilidad social” del gobierno, durante un encuentro en Mar del Plata.

Vidal sufre esta situación en términos personales, cuentan en su entorno, básicamente por dos razones. Una: porque el epicentro político de esa movida -aparentemente bendecida por la Iglesia- será el conflictivo conurbano bonaerense, que ella administra, y donde el PJ encuentra su principal caudal electoral. Dos: porque los obispos que hablan asiduamente con la mandataria le suelen recalcar que, para muchas diócesis de la Provincia y aunque suene ambiguo, ella “no es lo mismo” que Macri.

Cuentan cerca suyo que para Vidal, declarada católica, esto representa un conflicto porque ella no piensa alejarse del Presidente, un hombre que tiende a remarcar gestualmente su laicisimo.

Más allá de su relación personal con el Papa, Vidal estableció un aceitado vínculo con el arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Fernández, de los más cercanos a Francisco.

No queda claro si fue por boca de éste, o por la de otro emisario, que la gobernadora se anotició de la versión eclesiástica según la cual el Pontífice nada tuvo que ver con la movida de Luján, que generó ruido en la cúpula de la Iglesia local.

Fue Pablo Moyano quien habló de un “guiño” de Francisco a la misa que reunió a muchos gremios de la CGT, dirigentes de movimientos sociales, sindicatos de la CTA e intendentes peronistas del Conurbano y en la que se pidió un cambio de modelo económico. Son muchos en Cambiemos los que piensan que todo lo que sucede en el mundillo clerical argentino es, por lo menos, del conocimiento de Roma.

Los que operan la movida política en ciernes parecen buscar cierto paralelismo con los años 80, cuando la facción más combativa de la CGT era comandada por Saúl Ubaldini y, también con un fuerte respaldo clerical, se repetía como un karma sindical la consigna propia de San Cayetano que reza “Paz, pan y trabajo”. La misma que se oyó el último sábado, por cierto.

El cervecero la había adoptado en el 82, cuando la dictadura empezaba a replegarse después de la derrota de Malvinas. E incluso antes, en una recordada marcha a Plaza de Mayo en marzo de ese año.

Ahora la dureza de Ubaldini parece encarnarla Moyano padre, recibido por monseñor Lugones en plena ofensiva judicial hacia su hijo. Pero el otro gremio esencial en esta nueva articulación sería el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA), de Ricardo Pignanelli, quien se ha vuelto a acercar al camionero, más por el espanto que por el amor.

En SMATA trabaja, como abogado, el ex titular de la Cámara de Diputados en la era K, Julián Domínguez, de reconocida cercanía con Francisco. Domínguez habría sido uno de los encargados de reunir a Moyano y Pignaneli con Cristina Kirchner, quien mantiene el misterio sobre lo que hará el año próximo.

En verdad, quienes desde el peronismo provincial se abocan a la tarea de construcción de un espacio opositor sindical-político-clerical aún no hablan de candidatos. Pero todos miran, obviamente, a la ex presidente, quien aparece como la mejor posicionada en las encuestas de intención de voto.

Según fuentes cristinistas, la ex mandataria se ha reunido incluso con el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, en plan de charla política y para analizar la durísima situación social del Conurbano, que es la gran preocupación de la Iglesia en general y, parece, del Papa en particular.

Lo cierto es que, aunque no lo digan, en Cambiemos tienen la certeza de que al menos un aparte de la Iglesia argentina militará en contra de la eventual reelección de Macri, de quien se terminó de alejar cuando se dio la saga del debate por la interrupción voluntaria del embarazo. Paradojas de la política: en 2015, el actual oficialismo se vio beneficiado en Buenos Aires por el papel activo que jugaron las parroquias católicas en contra de que el kirchnerista Aníbal Fernández fuera elegido gobernador provincial.

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