Bullying: el duro reto de reconocer que nuestro hijo es el acosador del colegio

La mayoría de los padres tiende a negar el problema o a responsabilizar a la escuela, lo que limita mucho las chances de una intervención efectiva, explican especialistas en acoso escolar

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Nicolás Maldonado

nmaldonado@eldia.com

“Es un asunto entre chicos: ¿qué carajo puedo hacer yo?”, cuenta Mario que respondió cuando lo llamaron del gabinete de la escuela para citarlo a una reunión porque su hijo había tomado de punto a uno de sus compañeros y no lo dejaba en paz. Pasaron más de tres años y dos colegios hasta que entendió que lo que hacía su hijo era más que un mero “asunto entre chicos”. Fue recién entonces que la situación empezó a resolverse, reconoce hoy.

Para la mayoría de los padres de chicos que tienen conductas de hostigamiento con sus compañeros lo más difícil es dar el primer paso, admitir la situación. “Por tratarse de un tema que está teñido de subjetividad, los padres tienden en general a negar la responsabilidad de sus hijos en el conflicto: o no concurren a las citaciones de la escuela para discutir el problema o bien le trasladan la responsabilidad a la escuela diciendo que ellos no tienen nada que ver”, cuenta Mónica Bornia, coordinadora del Equipo de Conflictos en el Ámbito Escolar de la Defensoría del Pueblo.

Este tipo de actitud, coinciden en señalar los expertos en acoso escolar, es precisamente la que más conspira contra las posibilidades de resolver el conflicto y evitar un mal mayor. Si bien admitir que su hijo o su hija está agrediendo a un compañero resulta angustiante para los padres, es fundamental que éstos se involucren para revertir la conducta y ocuparse del problema de fondo que tal vez le dio lugar.

“Un niñ@ que busca permanentemente despertar enojo en el otro es un niñ@ que quizás sufra y cuya conducta sea la manifestación de su incapacidad para resolver la causa de su dolor”; señala la especialista de la Defensoría al señalar que “el problema del acoso escolar no sólo debe abordarse desde la perspectiva de la víctima. Los niños y niñas que persiguen y hostigan a sus compañeros también deben ser objeto de atención”.

Fue precisamente eso lo que Mario reconoce que pudo ver después de un tiempo y que lo hizo cambiar de actitud. “Después de haberlo cambiado de colegio no nos quedó otra que empezar a reconocer que algo andaba mal. Y eso te lleva a su vez a pensar que tal vez no se porta así porque es travieso o inquieto sino porque está tratando de llamar la atención por algo que le pasa a él”, cuenta el papá.

“Si bien no en todos los casos es así, suele pasar que cuando los chicos tienen conductas de hostigamiento o son agresivos con sus compañeros es porque en su propia casa la están pasando mal. Es en estos casos donde el involucramiento de los padres resulta clave porque, sin su apoyo, los equipos de los colegios no pueden acceder a esa dinámica familiar: lo máximo que pueden hacer es sugerirle a la familia que realice una consulta con un profesional”, reconoce Bornia.

Pero si bien el entorno familiar o las situaciones vividas por un niño en su casa pueden explicar que se convierta en un acosador, lo cierto es que las conductas de hostigamiento siempre ocurren dentro de una mecánica grupal. De ahí que los expertos resaltan el hecho de que “para poder erradicar el acoso escolar es necesario evitar la mirada simplista que reduce el problema a una víctima y un acosador”.

“El acoso escolar es un fenómeno grupal que no ocurre solo entre dos: además del acosado y el acosador, está el que disfruta mirando, el que se siente mal por acción o inacción, el que se suma de algún modo a la agresión, el que la comparte en las redes sociales…. Por eso es que más allá de trabajar con los padres es importante realizar un trabajo grupal y que los chicos sepan que pueden acudir a los adultos para destrabar la situación -explica Bornia-. Si bien es cierto que en algunos casos específicos lo adecuado será un cambio de escuela, ésta no debe ser la regla: lo ideal es que el conflicto sea resuelto entre los involucrados y el propio ámbito escolar”. Los especialistas en bullying coinciden en que la educación emocional, aprender a relacionarse bien con los compañeros, debe ser tan importante como aprender a leer o a escribir.

 

 

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