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De la mano del arte, las bibliotecas de la Ciudad buscan reinventarse

Con una programación que apunta al diálogo de la literatura con otros géneros artísticos y a la reinterpretación del universo lector, ofrecen actividades que se alejan del clásico paradigma de espacio solemne y silencioso

De la mano del arte, las bibliotecas de la Ciudad buscan reinventarse

En la emblemática biblioteca euforión hace ya tiempo que la literatura interactúa con otras expresiones artísticas / César Santoro

25 de Octubre de 2018 | 03:08
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Muchas de ellas están en escuelas, clubes de barrio o centros vecinales. Otras son instituciones de valor y foros de cultura para toda la Región. Funcionen en el lugar que sea, las bibliotecas de La Plata resisten a su modo y, pese a la crisis y los nuevos tiempos que imponen otros consumos culturales, se reinventan ya no como meras prestadoras de libros sino como centros culturales donde, además de la lectura, cualquiera puede toparse con expresiones que van desde el teatro al dibujo o la danza.

Si bien la mayoría debió aggiornarse hace tiempo ante la irrupción de soportes digitales, el cambio radical de muchos de estos centros excede por lejos la simple incorporación de nuevas tecnologías. Es un cambio que no sólo las vuelve más modernas sino acaso con un perfil impensado algunas décadas atrás, cuando una biblioteca era tan sólo el lugar donde ir a buscar material de lectura.

“Me parece importante acompañar siempre los cambios que se generan en la sociedad y adaptar los espacios en relación a ello -apunta desde el Palacio López Merino el artista y gestor cultural Emanuel Reyes, quien busca por estos días ampliar los horizontes artísticos de este histórico espacio cultural de la Ciudad-. Hoy en día son pocas las personas jóvenes que se acercan a la biblioteca a consultar libros. Es por eso que me parece importante generar otras actividades artísticas para que los ciudadanos se acerquen y hagan uso del espacio, pudiendo acercarse no sólo al material de lectura sino también descubrir otros medios de aprendizaje”.

Parte de lo que dice Emanuel entra en sintonía con lo que plantea Vanesa, bibliotecaria de la emblemática Euforión: “Hace tiempo que quienes vienen a nuestra biblioteca se van a encontrar con propuestas culturales que van mucho más allá del préstamo de libros”.

Lo que dice la bibliotecaria es cierto y no representa una excepción. Al contrario: decenas de bibliotecas presentan batalla desde hace años para seguir vigentes y se convierten así en verdaderos centros culturales que ofrecen múltiples actividades. Se sostienen, en su mayoría, por las cuotas que pagan sus asociados más los subsidios -magros y generalmente demorados- de la Conabip (depende de Cultura de la Nación) y de la Provincia.

“En la biblioteca López Merino -apunta Emanuel- además de encontrar libros hoy se pueden ver acciones performáticas, proyectos artísticos contemporáneos, ciclos de cine, ciclos de música, representaciones literarias y presentaciones corales, acompañadas de charlas, seminarios, capacitaciones referidas a arte contemporáneo, a patrimonio y conservación. Además visitamos otros centros culturales y escuelas rurales con un programa que intenta acercar nuestro patrimonio y proyectos a quienes no tienen la posibilidad de acceder”.

La biblioteca infantil “Del otro lado del árbol”, que funciona en el parque Saavedra, es otro claro ejemplo de que con ingenio y compromiso es posible adaptarse a los nuevos tiempos y usar así la tecnología como un aliado a la hora de cautivar a los más chicos.

Con una murga propia llamada “Los impacientes del parque”, esta biblioteca surgida del amor y tenacidad de una madre ofrece una variedad de actividades propias de un centro cultural de avanzada. Allí se realizan desde los tradicionales “cuenta cuentos” hasta talleres de armado de instrumentos musicales, de pompones, de molinetes; construcción de títeres, intervención de los objetos del parque y juegos tradicionales. Claro que a este ejemplo se le podrían sumar decenas: la San Martín, la Alfonsina Storni, la Florentino Ameghino y varios etcéteras más.

“La idea es que la gente vuelva a las bibliotecas no sólo para consultar libros sino para disfrutar también de una programación cultural”, sintetiza el gestor cultural y licenciado en Artes Javier Martínez. Así, con una programación que apunta al diálogo de la literatura con otros géneros artísticos y a la reinterpretación del universo lector, las bibliotecas vienen ofreciendo en este último tiempo un repertorio de actividades que se desmarca del clásico paradigma cifrado en la idea de un espacio solemne y silencioso para, como dice Emanuel, alojar puestas teatrales, instalaciones, ciclos gastronómicos y homenajes múltiples a escritores o artistas de diversos géneros.

“La biblioteca es siempre ese espacio cultural que tiene la obligación de redefinirse, que debe estar actualizado todo el tiempo. No creo que exista otra institución que hoy tenga ese desafío por delante con tanto énfasis. Hay que reactualizarse para generar lugares de encuentro, de transmisión de conocimiento y de intercambio de ideas”, destaca Martínez, para quien “cada vez hay más lectores, sólo que se han complejizado los modos de interactuar con una obra: hoy no hay que pensar solamente en alguien que se conecta con la lectura a través del soporte tradicional en papel. Estamos constantemente en situación de lectura, en múltiples ámbitos. Por eso la biblioteca tiene que ofrecer otros servicios alternativos al de acceso a la lectura. Una biblioteca puede ser vista de maneras infinitas. Si bien es importante su lugar físico y lo va a seguir siendo por mucho tiempo, ya que es mucho más que un espacio donde se guarda una colección bibliográfica, también la idea es ganar otros circuitos con la incorporación de catálogos digitales”.

En ese ambicioso repertorio se incluyen, como se dijo, actividades que se apartan del menú tradicional para una biblioteca, como circuitos de lectura en la oscuridad, encuentros con chefs que reinterpretan las recetas culinarias de algunas obras literarias o un recorrido por los imaginarios eróticos de las sociedades modernas. Todo vale para captar un lector. Todo sirve para que el público esté más cerca.

Más de 50
Entre las públicas, las populares, de la Universidad y de entidades privadas, en La Plata funcionan actualmente más de 50 bibliotecas

 

 

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