Instituciones poco amigables

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Silvia Gascón*

En los últimos estudios sobre la amigabilidad de las ciudades, han surgido como “nuevos obstáculos” para la vida cotidiana de los mayores “el maltrato tecnológico” y la “falta de respeto”.

Y básicamente con esto se refieren al trato dispensado en los bancos, que se ha convertido en el principal enemigo de los mayores, y las instituciones públicas y privadas, algunas destinadas a su atención, que los obligan a hacer trámites vía online.

Resulta increíble que en ciudades cada vez más envejecidas las personas mayores sean ignoradas y en algunas ocasiones hasta expulsadas de instituciones.

La obligación de usar cajero automático, medida impuesta por los bancos sin ningún tipo de preparación y tampoco de ayuda en el momento de hacer el trámite y el completar trámites vía online constituyen, sin duda, un ejemplos de maltrato.

Es cierto que cada vez un grupo más numerosos de adultos mayores se interesa y accede a las nuevas tecnologías, particularmente internet y teléfonos celulares. Sin embargo, este creciente interés no debe dar por sentado que las personas mayores accederán fácilmente a trámites online, uso de cajeros automáticos y otras alternativas que las instituciones públicas y privadas han masificado sin acompañar del apoyo suficiente.

Entonces, ¿qué hacen las personas mayores? Lo que saben; los que les da confianza y seguridad intentan realizar el trámite en forma presencial, de persona a persona. Como dictan las reglas del buen trato a los clientes.

Pero cuando los mayores optan por ir a su banco no se encuentran con una señorita amable que los recibe, sino con una larga fila en la que sólo queda esperar, en el mejor de los casos con asientos disponibles, en todos los casos sin baños disponibles.

La última encuesta de hogares nos dice que entre las personas mayores de 65 años el 70% no usa internet, el 83% no usa computadora y el 44% no usa celular. Obviamente estas cifras varían con la instrucción universitaria y el nivel socioeconómico, por lo que además los que más sufren el destrato como siempre, son los más “viejos”, los más pobres y los menos instruidos. Claro reflejo de una sociedad que cada día aumenta sus niveles de exclusión social.

Hay ciudades que han avanzado en códigos de convivencia que prohiben esperas mayores a los 45 minutos y que además fijan en todos los casos prioridad para los mayores de 75 años.

Más cuidado hay que tener ahora que se viene el verano y las largas filas suelen ser al sol y con altas temperaturas.

Las personas mayores tienen el derecho de ser suficientemente informadas y recibir la capacitación necesaria para el acceso a estas nuevas modalidades. Y por supuesto el buen trato y respeto que todo ciudadano merece. No hacerlo es discriminación y maltrato.

*Directora del Centro de Envejecimiento y Longevidad de la Universidad Isalud y fundadora de la Red Mayor La Plata

 

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