Una tarde muy familiar y a puro jet set futbolero
Edición Impresa | 28 de Octubre de 2018 | 04:45

Por WALTER EPÍSCOPO
wepiscopo@eldia.com
Dificil manejar el corazón y las sensaciones. Tantas cosas vividas en ese lugar. Una vida prácticamente. Los Barros Schelotto lo vivieron de manera especial. En Boca, Guillermo y Gustavo; en Gimnasia, el pibe Cataldi, hijo de Carolina (hermana de los Mellizos). Y Hugo Barros Schelotto con su mujer Cristina, como siempre en la platea. Y Pablo, el hermano mayor también con los suyos en la Techada, y su hijo Bautista que jugó en Reserva el viernes y tiró el centro para el gol del empate Tripero.
Y por ahí apareció el profe Javier Valdecantos, quien fuera estrecho colaborador de Carlos Griguol y que se llevó para siempre un pedazo de Gimnasia en su corazón. Y el Pata Pereyra con Juanjo Romero, hoy colaboradores de los Mellizos en Boca, pero que salieron de la cantera del Lobo.
A pesar que no jugó, Lisandro Magallán estuvo en el Bosque, donde alguna vez soñó con su hermano Santiago cuando estaban en inferiores, jugar en Primera, con la misma camiseta que su padre, Adalberto (quien falleció a comienzos de este año) supo vestir.
Tarde soleada en el Bosque, con múltiples abrazos y caras conocidas. El jet set futbolero se hizo presente arrastrado desde Capital Federal, algo que ocurre indefectiblemente cuando llega Boca o River.
Ex jugadores, algún músico, representantes con libretas y lapiceras anotando nombres. Caras conocidas que pasan por los palcos o se ubican en las plateas tras anteojos negros. Y el hincha Tripero soñando con la recuperación del equipo. Con los tres puntos y verlo jugar como exáctamente atrás lo hizo en Córdoba por Copa Argentina.
“¿Hay que ganar, qué me importa Boca?”, decía un socio cortando la charla de dos amigos. “Los suplentes de Boca son más caros que todo nuestro equipo... de qué suplentes me hablan”, remataba haciendo montoncito con los dedos de la mano derecha. A unos metros la charla giraba en otra cosa, “no me hables de la Copa Argentina, River, la fechas y no se que más. Ahora pensemos en Boca, después en Belgrano y en Racing. Recién después hablamos de River”, comentaba otro sentado en las mesitas de los jardines. Está claro, el campeonato de Gimnasia es el de la Súperliga, donde están en juego los porotos que valen y el Promedio.
Importante ovación para Pedro Troglio cuando lo nombraron por altoparlantes. Aplausos sostenidos de la Tribuna “Néstor Basile” para los Mellizos cuando fueron a sentarse al banco.
La camiseta rosa que llamó la atención a muchos, pero que tuvo que ver con la iniciativa de distintos clubes a nivel mundial que buscan prevenir el cáncer de mama. “No me acuerdo de alguna vez que Gimnasia haya jugado con una camiseta tan diferente que la tradicional”, tiró uno subiendo a la Techada. Un hombre que peinaba canas sentado cerca, después de haber gritado el gol de Faravelli como loco, le dijo, “en el año `83 Gimnasia estando en la B, jugó con una camiseta totalmente blanca, solo con una publicidad adelante. Fue de noche, con Tigre y empatamos 0-0 por tele”, tiró. Inmediatamente aplausos ante semejante dato. Muy cerca suyo, el ex delantero Gabriel Pedrazzi que estaba surgiendo en aquel momento, hizo memoria un rato.
Carlos Coronel (padre de Maxi), caminaba y se cruzaba de brazos. Oreja, Licht y Piovi mate en mano querían calmarse cuando Boca apretaba. Y Baliño, como aquella vez en 2016 también ante Boca, se complicó solo. En un momento el Bosque colmado como hacía tiempo no estaba, explotó contra el árbitro. Y el colombiano Cardona que se quería pasar de vivo también se llevó la “música” de los insultos.
El grito del pibe Comba tras su gol y sus lágrimas de emoción en el final al recordar que pensó que su vida iba a pasar por trabajar en el campo y no haciendo un gol para ganarle a Boca. El ingreso del pibe Cataldi y el triunfo, como un cuento con final feliz. Y el gustazo de ganarle dos veces en un mes a Boca, que no es poca cosa.
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