Motochorros armados asaltaron una casa de comidas en pleno centro de la Ciudad

Eran dos. Actuaron de noche y rápido, cuando en el local no había clientes. Escaparon con dinero y celulares de las víctimas

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En la casa de empanadas gourmet de 56 entre 5 y 6 se encontraban trabajando como todos los sábados por la noche.

El comercio, ubicado a pocos metros de la plaza San Martín, funciona desde hace cinco años y los fines de semana suelen cerrar después de las 23.30, cuando se entregan los últimos pedidos.

El propietario, quien se identificó como Adrián (34), suele salir hacia la vereda en ese horario, para “ver cómo está la calle”.

Eran las 23.15 y culminaban con los preparativos para bajar la persiana.

La calle se mostraba poco activa a esa hora.

“Estábamos mi hermana, mi compañera y yo”. Ninguno de ellos estaba preparados para lo que iría a ocurrir.

ARMADOS Y RÁPIDOS

Según explicó la víctima a este diario, “La Empanadería” trabaja mucho con una distribuidora de pedidos que utiliza una aplicación de teléfono celular.

Por eso, no les sorprendió la llegada de dos hombres con casco.

Confiado en que eran clientes, Adrián les preguntó si habían hecho un pedido.

Los delincuentes no tardaron en mostrar sus verdaderas intenciones.

“Dame la plata, dame toda la recaudación del día”, le dijo uno de los ladrones.

En uno de sus bolsillos, el joven tenía los ingresos de la jornada y, además, algo de dinero destinado a pagar impuestos y a los proveedores.

Sin ofrecer ningún tipo de resistencia, dadas las circunstancias, les entregó todo. Pero no era suficiente. Tras dar la vuelta al mostrador, uno de los asaltantes sacó su arma y comenzó a apuntarlo.

“Dame más, ¿dónde tenés más?”, le gritó.

“En ese momento mi hermana se paralizó, cuando vio la pistola se asustó mucho. El tipo empezó a revisar debajo de la repisa, pero no había más nada”, relató el damnificado.

Entre Adrián y su compañera intentaron tranquilizarlos, explicándoles que eso era todo lo que tenían encima.

Entonces fueron por los celulares de los tres.

Cuando terminaron, los obligaron a tirarse al piso, boca abajo, en la parte de atrás del negocio.

Mientras uno desapareció -presuntamente para buscar el vehículo en el que habían llegado- el otro se quedó afuera haciendo de “campana” y controlando los movimientos de las víctimas.

UN ROBO LLAMA A OTRO ROBO

“Acá cuando le roban a un comerciante, tenés una seguidilla de cinco o seis robos”, aseveró Adrián.

Sobre calle 56 hay dos panaderías que fueron asaltadas “un montón de veces”. A tal punto, que unos de esos comercios, situado en inmediaciones de 6 y 56 tuvo que cerrar. Otros comercios de la zona también sufrieron diversos hechos de inseguridad, como escruches y vandalismo.

Los comercios de la zona son víctimas de una seguidilla de asaltos y escruches

 

Para Adrián, se debe a que “estamos en un limbo, porque de un lado de la cuadra actúa la Comisaría Primera y del otro la Novena. Se roba tanto porque es el límite de jurisdicciones”.

Desde que la casa de comida funciona allí, sufrieron dos escruches -entraron rompiendo la cortina y los vidrios-, pero nunca un robo estando presente.

“Ayer fue una sumatoria de cosas y nos agarró desprevenidos. Ahora no queda otra que trabajar para recuperar lo perdido”, lamentó.

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