Oscar Marchan

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De esos obstetras que seguían la evolución de los embarazos hasta el momento mismo del parto, aun cuando los nacimientos reclamaban su presencia en plena noche o madrugada; un ginecólogo que ofrecía tranquilidad y confianza a sus pacientes; y un ser humano cálido, de temperamento alegre, que portaba una sonrisa permanente. Así era Oscar Luis Marchan, médico de extensa trayectoria en nuestra ciudad que se dedicó a la profesión tanto en el ámbito de la salud pública como en la esfera de la atención privada.

Había nacido en La Plata, el 13 de octubre de 1948. Hijo de Corina Sánchez y Alberto Marchan, tuvo una hermana, Susana, varios años mayor que él. Cursó los estudios primarios y secundarios en el complejo educativo de la Escuela 8 (diagonal 74 y 17) y no bien se recibió de bachiller ingresó a la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. Egresó con el título de médico y se decidió por la ginecología y la obstetricia, especialidades en las que se formó cumpliendo la residencia en el servicio del Hospital San Martín.

En el centro asistencial de las calles 1 y 71 concluyó su formación y continuó atendiendo pacientes por décadas, tanto que del Hospital se jubiló.

De manera paralela atendió en el consultorio compartido con varios colegas de 41 entre 7 y 8 como así también en el Instituto del Diagnóstico. En ambos espacios su labor se prolongó durante muchos años.

Estaba casado con la psicóloga Mabel Secchi, con quien tuvo dos hijos, Conrado y Ofelia.

El trabajo fue para él una de sus mayores pasiones. Después de la familia, que constituía sin dudas su máxima prioridad, le seguía en fervor la tarea cotidiana de atender embarazadas, recibir recién nacidos y ocuparse del seguimiento ginecológico de sus pacientes. Hay quienes lo recordarán por su don para transmitir serenidad en las situaciones más críticas de un alumbramiento, pues en la sala de partos apelaba al humor y hasta recurría a la música para conseguir que la mujer se relajara y viviera de la mejor forma posible el momento en que se convertía en madre.

Fue un médico entregado por entero a brindar la mejor de las atenciones.

También un padre por demás compañero, buen consejero y alentador de sueños.

 

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