Un guía nunca es comparable con el uso del bastón
Edición Impresa | 2 de Noviembre de 2018 | 03:22

Juan José Alarcón
Calculista científico, no vidente
Perdí la vista a los 7 años y a los 11 tuve mi primer perra guía.
Dolca, que así se llamaba, me acompañó en el último año de primaria, en la secundaria y en los primeros años de la carrera de Calculista Científico, que cursé en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata.
Como cualquier chico, a medida que aumentan las responsabilidades, también aumentan las salidas para ir a estudiar, participar de distintos grupos de pertenencia y hasta para tener un tiempo para la recreación.
Esto requiere independencia, lo que no es tan simple para una persona ciega, aún más con el crecimiento de las ciudades, y con ello las barreras arquitectónicas.
Pude hacer todo gracias a haber contado con la compañía de las 3 perras que tuve durante todos mis años de mayor necesidad de movilizarme por estudios, recreación o trabajo.
En un punto ya no pude costear el valor del adiestramiento por razones múltiples, por lo cual comencé a usar bastón.
Creo tener un buen nivel de rehabilitación en la movilidad gracias a todas las experiencias vividas con un perro guía, nunca comparable con el uso del bastón, según mi pensamiento, sobre todo en aquellos años de múltiples actividades y crecimientos personales.
Al encontrarte solo en una calle, la persona ciega que usa bastón, debe decidir la acción a realizar dependiendo de los datos táctiles que brinda el bastón, escuchar el entorno si el ruido normal de las ciudades lo permite: tránsito, operarios que trabajan en la construcción con las distintas maquinarias y así podría seguir...
Con un perro guía lo dicho anteriormente es ampliamente resuelto por el perro, ya que tiene tal entrenamiento para tomar la mejor decisión según cada situación, que muchas veces ni nos enteramos que hay un obstáculo. Todo esto es gracias a su adiestramiento, su instinto, pero fundamentalmente porque pueden decidir viendo lo que se presente en cada encrucijada.
El uso del bastón tiene importantes aplicaciones para muchas personas ciegas, pero, en mi caso, la dupla que formé con las perras guía me brindaron mayor seguridad: ellas ayudan a decidir porque están viendo el obstáculo y cómo resolver. No tengo dudas que habiendo pasado de tener un perro guía o usar un bastón, me decido totalmente por la compañía de un perro!!! Es una relación de ida y vuelta que implica los beneficios que da un perro guía y las obligaciones nuestras hacia él de alimentación, cuidado e higiene, atención veterinaria y también de mutuo afecto, integradas totalmente con toda la familia que las amaba tanto como mis compañeros de estudio y amigos. En mi experiencia, las perras trabajaban con la alegría de estar con su dueño y no como una obligación. Cuando veían que me ponía la campera para salir corrían a ponerse el arnés, toda una fiesta.
Desde ya respeto la opinión de todo el amplio abanico entre bastón o perro guía, todas ellas respetables según las propias vivencias, pero lo que aquí les dejo es mi experiencia y que para mí, fue insuperable, y el resto será motivo de otro intercambio de opiniones, que por ahora podrá esperar...
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