“Colette”: Prolijo retrato de una señora audaz, talentosa y desafiante

Un film que sirve como una afirmación feminista que, desde todos lados, sale a denunciar su postergación y a reclamar su lugar

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Alejandro Castañeda

COLETTE, de Wash Westmoreland.- Hace unas semanas se estrenó “La esposa”, un film que retrataba la sufrida vida de una buena señora que durante cuarenta años, por amor a su marido, decidió escribir lo que él publicaba. Ahora llegó un suceso de la vida real que profundiza esa historia: Colette fue una mujer desafiante en una época donde ellas sólo tenían reservado un lugar secundario, anónimo y olvidado. Fue una autora escondida de unos relatos que causaron gran revuelo en el París de los años 20. El film sirve como parte de una afirmación feminista que desde todos los rincones sale a denunciar su postergación y a reclamar su lugar. Se casó por amor con un escritor sin talento pero con buenas ideas, un tipo que usó el talento de Colette para obtener plata, conquistas y prestigio. Pero Colette fue más allá. Cuando las puertas de la emancipación se entreabren ya no hay retorno. Y la verdadera Colette expondrá su vida licenciosa como ejercicio desafiante. Pelea por salir del anonimato y afirma su nueva identidad dejando al marido y yéndose a vivir con una mujer en tiempos donde el lesbianismo era visto como una maldición. Fue una escritora que abrió el camino a nuevas lectoras y a una literatura atrevida y liberadora. Una mujer que impuso su mirada y su presencia.

La belleza indiscutible de Keira Knightley, tan delicada y tan rotunda, le da espesura romántica a un relato bien vestido, al que le falta más fuerza y más vuelo para darle su verdadera dimensión a una artista que tenía algo de heroína impredecible. Colette es uno de esos films –otro más- irreprochable desde lo visual, pero a esta altura eso no basta. Uno le pide al cine y mucho más al que recorre una vida tan alborotadora y talentosa, más audacia, más energía y más densidad dramática. Está bien dialogado y retrata en un par de pincelazos el aire del París de principio de siglo. Pero es una biopic impersonal y cuidada que, lejos del espíritu de la verdadera Colette, prefirió elegir el camino de la exposición prolija y la corrección política. (*** BUENA)

 

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