Se nos ordenaba no tener hambre y se torturaba por desobedecer

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Ernesto Alonso

Secretario de Derechos Humanos del CECIM LaPlata

La citación a indagatoria a militares denunciados por torturas en Malvinas constituye el hecho de mayor importancia desde que hace 11 años iniciamos esta causa con los primeros 23 testimonios presentados por compañeros de la provincia de Corrientes.

En este largo recorrido nos hemos enfrentado en numerosas ocasiones al proceso de ocultamiento e impunidad que dejó en torno la guerra de Malvinas la dictadura militar. Tanto es así que recién hoy, después de 36 años, podemos empezar a dar vuelta la página para que esos hechos aberrantes que sufrieron muchos compañeros y que les dejaron secuelas aún visibles reciban la debida reparación a través de una condena judicial.

Las torturas cometidas en Malvinas recayeron exclusivamente en la tropa, en soldados conscriptos cuyas vidas valían para los militares menos que la vida de una oveja. Porque lo cierto es que la mayoría de esos hechos estuvieron asociados a falta cometidas en la desesperación por comer. Se pretendía ordenarnos que no tuviéramos hambre y se utilizaba al mismo hambre, los pozos de agua helada, los estaqueadas y los enterramientos en la turba de Malvinas como un castigo por desobedecer frente a la inanición.

Muchos de los torturados lo fueron por haber tomado sin permiso alimentos de un depósito, haberle disparado a una oveja o haberse alimentado con las provisiones de algún oficial.

Afortunadamente hoy no estamos solos en este reclamo. La sociedad ha entendido que es necesario que se sepa la verdad.

 

 

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