Muchos compatriotas necesitan ayuda por la crecida del Pilcomayo
Edición Impresa | 6 de Febrero de 2018 | 02:33

El agravamiento de la crecida del río Pilcomayo en la provincia de Salta, que viene dejando como saldo principal y dramático el desplazamiento y evacuación de más de 10 mil personas –temiéndose en estas horas que la masa de agua atraviese las defensas que protegen a la ciudad de Santa Victoria Este- obliga a multiplicar los esfuerzos dispuestos por la Red Solidaria y otras entidades del país, en la campaña destinada a mitigar la necesidad de tantas familias y pobladores.
Tal como se informó en la edición de ayer, unas 3.000 personas permanecían evacuadas en tanto que ascendían a 8.500 los pobladores afectados en el municipio de Santa Victoria Este, en el noreste de Salta, que está aislado por dos cortes en la ruta provincial 54 y desde hace días sufre las consecuencias del desborde del río Pilcomayo.
Son muchos los parajes de la costa del río Pilcomayo que se encuentran inundados y aislados por las crecidas, registradas a raíz de las intensas lluvias que desde hace días azotan al sur de Bolivia. Funcionarios salteños indicaron que Villamontes, una ciudad del país del altiplano y que es una de las estaciones que se toman de referencia, se mantuvo por más de 24 horas en un nivel de más de cinco metros, y generalmente cuando llega a los tres metros se declara el alerta en el territorio argentino. El temor que se extiende es que en las próximas horas no ceda el agua y que, por el contrario, busque entrar y sobrepase finalmente los anillos de contención de Santa Victoria Este, en tanto que debió ser cortada la estratégica ruta 54.
Lo cierto es que se están coordinando acciones de todo tipo en diferentes organismos del país, públicos y privados, para ir en ayuda de los más de 10 mil afectados por la inédita crecida del río Pilcomayo. Como se sabe, la mayoría de ellos viven alejados por kilómetros unos de otros y habita en condiciones precarias, en casas de adobe, paja o lo que sirva para protegerse. Algunos, pese a la situación, no quisieron alejarse de sus pocas pertenencias. Otros, en cambio, decidieron dejar lo que tenían e irse a los centros de alojamientos que armó el Gobierno de la Provincia.
Los pedidos de ayuda para la gente de la zona comenzaron a circular por diferentes redes sociales. Colchones, ropa de abrigo, artículos de limpieza, del hogar, medicamentos primarios y alimentos son algunos de los requerimientos.
Bien se conoce que estas emergencias ciertamente dramáticas tienen dos etapas críticas: una, cuando los damnificados deben ser evacuados y la otra cuando regresan a sus hogares y se enfrentan a la desolación y a las carencias del día después. Allí es donde, por caso, hará falta en forma imperiosa el envío de ropa, alimentos, medicamentos, frazadas y colchones, entre otros elementos. La asistencia oficial debe complementarse, desde luego, con la solidaridad social.
Por cierto que, también, resulta trascendente que se haga sentir, una vez más, la generosidad enorme de la gente –siempre exhibida por los platenses- en la especial sensibilidad que existe para acudir con presteza a favor de compatriotas sometidos al flagelo de cualquier calamidad. Ello requiere que el Estado vuelva eficiente el aporte y coordine la actividad de las estructuras existentes, para racionalizar la ayuda, garantizar el transporte del apoyo y asegurar la más rápida entrega de esas remesas a quienes sufren situaciones acuciantes.
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