El problema no está en la superficie

Edición Impresa

Por ANA ISABEL PÉREZ MORALES
Psicológa

“Los modelos de referencia actual instalados desde los medios de comunicación trasladan en muchas ocasiones unos estándares de belleza inalcanzables, que calan en personas más vulnerables al tener una percepción errónea de la belleza real y una percepción distorsionada o exagerada de sus defectos físicos imperceptibles o imaginarios. Esta obsesión por el físico afecta a todo tipo de personas, acentuándose además si tienen una imagen pública o viven de ella y tienen un alto estatus. Últimamente hemos podido ver cómo en algunos famosos o personalidades, los tratamientos de cirugía estética han tenido como fruto unos cambios físicos que poco tienen que ver con el rostro de origen. En la mayoría de las ocasiones, la opinión pública valora que la cirugía no sólo no era necesaria, sino que los resultados no han sido buenos. Solo tendremos que recordar los rostros de algunas famosas después de sus últimos “retoques”, no sólo porque no hay signos del envejecimiento natural, sino porque han perdido sus rasgos físicos más característicos. Y es que la cirugía plástica mayor y menor está siendo el método de las famosas para aplacar la ansiedad y fomentar la obsesión por el perfeccionismo físico. El problema es que los cambios físicos o mejoras que se producen a nivel corporal gracias a la magia de la cirugía, consiguen reducir la ansiedad momentáneamente y a corto plazo, pero al poco tiempo la obsesión vuelve a aparecer. El refuerzo con la cirugía es casi inmediato pero no se mantiene porque el problema se sostiene por distorsión corporal, insatisfacción corporal, baja autoestima… de modo que al poco, se sienten insatisfechos y vuelven a recurrir de nuevo a la intervención”.

 

 

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