Magario, Vidal y el primer round de un combate con aroma a elecciones 2019

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Mariano Pérez de Eulate

mpeulate@eldia.com

El asesinato del chofer de colectivos Leandro Alcaraz insinuó un enfrentamiento político de fondo que estaría mostrando, acaso muy anticipadamente, una parte de la configuración del escenario electoral de 2019 en la Provincia.

Repartiéndose culpas mutuamente por la muerte brutal del joven de 26 años quedaron María Eugenia Vidal y su gobierno, de un lado, y la intendenta kirchnerista de La Matanza, Verónica Magario, por el otro. Probablemente las damas sean rivales por la gobernación el año que viene.

El crimen ocurrió en el distrito de Magario, un gigante que Vidal alguna vez pensó en dividir en cuatro nuevos partidos. Descartó la idea por motivos varios pero siempre se mantuvo viva la tirria entre ellas.

Ayer mismo la jefa comunal salió a pedir que la gobernadora le traspase el mando de la Policía de su zona, con los recursos correspondientes, como hizo el presidente Mauricio Macri con Horacio Rodríguez Larreta en la Capital Federal. En aquel caso, una promesa de campaña en un distrito fiel al macrismo, se trató de la Policía Federal.

Magario también pidió que vuelvan los gendarmes a su territorio que, como en otros lugares del conurbano, se fueron retirando en el último año y medio.

Un párrafo sobre la cuestión gendarmes, que empezaron a desembarcar durante la era kirchnerista. Hay cierta esquizofrenia en la dirigencia bonaerense -de varios partidos- respecto a este tema. Cuando estaba la Gendarmería en la Provincia se escuchaban voces críticas diciendo que no era tarea natural de esa fuerza combatir el delito común en esta parte del mapa y que eso ocasionaba un desguarnecimiento de las fronteras nacionales, que es donde deben trabajar los gendarmes. Sin embargo, cada vez que sucede un hecho resonante de inseguridad surgen los pedidos para que vuelvan.

La salida de Magario frente a las cámaras fue en respuesta a la postura inicial del gobierno provincial luego del crimen de Alcaraz, el lunes, encarada públicamente por el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo.

El funcionario, muy cercano a Vidal, acusó a la intendenta de sub-ejecutar los recursos del Fondo de Seguridad que descentralizó la Provincia hacia su municipio. Se aclara: para un funcionario con tareas ejecutivas, como es un intendente, la acusación de “subejecución” de un presupuesto es igual a ser sindicado como alguien que gasta mal el dinero público en cuestión.

Según el gobierno de Vidal, se le transfirieron a La Matanza 239.109.900 pesos en concepto de Fondo de Fortalecimiento de Seguridad. En el ejercicio 2016, siempre según esos datos, el municipio no habría realizado ninguna adquisición de bienes o contratación de servicios vinculada a esa cuenta específica. Sobre 2017, aún no se realizó al auditoría correspondiente.

Eso es así, según Ritondo, a pesar de que Magario efectivamente había presentado un plan de inversiones en la materia, que incluía un centro de operaciones, luminarias nuevas, móviles, sistemas de comunicaciones y demás.

Justamente la exposición de Magario de ayer, como admiten en su entorno, fue para retrucar estas afirmaciones de Provincia, aduciendo que son falsas y mostrando un cuadro sinóptico con la inversión que, según su versión, realizó el municipio: 701 millones de pesos entre 2016, 2017 y lo que va de 2018. Y se quejó porque es muy baja la relación entre la cantidad de habitantes de su distrito (más de 2 millones) y el número de policías bonaerenses que los custodian (4300 agentes, según la intendenta).

Los estrategas de la gobernadora Vidal prefirieron no exponerla en este caso sensible. Sí recibió a la conducción del gremio de choferes de colectivos, en un encuentro sin demasiada estridencia.

Lo dicho: subyace en el fondo una pelea que será estelar en 2019. Esa es, a la vez, la mayor crítica que se le puede hacer al manejo del caso Alcaraz que tuvieron en ambos campamentos.

Es que Magario, se reitera, suena cada vez con más fuerza como la posible candidata del peronismo provincial para enfrentar a Vidal el año que viene, cuyo intento de reelección se descuenta en todos los ámbitos políticos.

El ascenso de Magario en la interna del PJ se debería a dos cuestiones.

La primera: porque varios intendentes del conurbano que se habían anotado en la pelea por la gobernación, como el merlense Gustavo Menéndez o el lomense Martín Insaurralde, habrían decidido declinar aspiraciones ante los buenos números que conserva Vidal –al revés del Presidente, que baja desde hace semanas- y porque prefieren consolidar sus propios territorios yendo a la reelección local.

La segunda: porque el actual diputado nacional cristinista y ex intendente matancero, Fernando Espinoza, jefe político de Magario, estaría decidido a buscar la vuelta al Municipio por lo que, en los hechos, se ha convertido en el principal padrino de la candidatura provincial de la intendenta. Sostiene la tesis que la dama podría encolumnar detrás de sí al peronismo de los intendentes, que a nivel legislativo se muestra dialoguista con Vidal, y al justicialismo más antimacrista, con los seguidores de la ex presidenta Cristina Fernández a la cabeza.

“Los estrategas de la gobernadora prefirieron no exponerla en este caso terrible, aunque recibió a los choferes de colectivos”

 

 

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