¿Qué sería de la vida si no hubiese “papelitos”?
Edición Impresa | 5 de Abril de 2018 | 02:09

Los papelitos, justo es reconocerlo, tienen su bien ganada historia en la vida pública y privada de los argentinos.
Desde aquellos lejanos tiempos de la escuela primaria en el que uno, en esos papelitos pasados de mano en mano, se animaba a declarar amor eterno por la rubita de trenzas que se sentaba en el primer banco. Los papelitos también formaron parte indisoluble en la vida de cualquier estudiante secundario, que en minúscula letra confeccionaba los” machetes” para superar la prueba de química inorgánica. Eran tiempos, claro está, en los que la tecnología poco ayudaba. No había WhatsApp, por caso, ni bluetooh.
Mucho más acá en el tiempo, un papelito (el de un arquero alemán), nos dejó afuera en el Mundial de Alemania en 2006.
En 2002, y ya entrando en la arena política, el ex presidente Raúl Alfonsín (por entonces senador por la provincia de Buenos Aires) fue fotografiado en su banca con un enigmático papelito que le habían pasado: “juez que hay que cajonear es Antelo”, decía la anónima misiva. Aquello también derivó en escándalo.
Y queda, finalmente, la famosa e incendiaria servilleta de Carlos Corach (que también era de papel) y en la que, según dijo Domingo Cavallo en 1996, figuraban los nombres de 13 jueces federales afines al menemismo y que formaban una una suerte de “escudo de protección judicial”.
En suma, nada original resultó el papelito que el ministro Luis Caputo le envió a Gabriela Cerruti.
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