Justificado reclamo por el aumento del cuatrerismo

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Una vez más los propietarios de chacras y quintas de la Región expresaron su preocupación por la creciente ola de inseguridad que se está haciendo sentir en el área rural, reflejada en esta oportunidad en el robo y la faena clandestina de caballos. Los damnificados indicaron que en las últimas semanas fueron robados unos veinte animales en las zonas oeste y sur de La Plata.

Detallaron que, sin distinciones de uso y cuidado, caballos pura sangre que son protegidos como mascotas, empleados en labores terapéuticas o destinados para uso recreativo familiar, desaparecieron de sus propiedades y suponen que van a parar al mercado negro o directamente a la faena en frigoríficos e incluso carnicerías de la periferia de la Ciudad.

Tal como se informó en este diario, las víctimas de este tipo de delito, afincadas mayoritariamente en sectores de Arana y de Los Hornos, que se encuentran en alerta por una sucesión de robos de animales desde hace meses, advirtieron que la ola delictiva se intensificó en las últimas semanas.

Uno de los propietarios dijo que suponen que funciona una banda de cuatreros que manejan dos vectores de comercialización clandestina. Una de las posibilidades es de que el caballo robado, si se trata de un buen ejemplar, sea vendido para montar y la otra alternativa es que los vendan a frigoríficos en donde son faenados.

Cabe consignar que son frecuentes las protestas de productores y habitantes rurales por la ola delictiva que azota a los campos bonaerenses, poniéndose de relieve en los últimos años que se viene experimentando un constante aumento del delito y que ello genera un clima de explicable temor entre los pobladores.

Se ha dicho en esta columna que, más allá de las obvias limitaciones que imponen las distancias para el patrullaje en zonas rurales, es evidente la necesidad de diseñar un plan de acción frente al auge de la inseguridad en los campos. El cuatrerismo, que es el delito predominante, consiste sólo en una modalidad más de la actividad delictiva, cuya detección –ya que estos hechos se desarrollan habitualmente en escenarios despoblados- parecería más fácil de lograr que la otra clase de robos, que se comete en lugares densamente habitados.

Es evidente que el robo de hacienda equina y vacuna implica la existencia de bandas especializadas, que deben disponer de transportes especiales y, al mismo tiempo, de mecanismos expeditivos de venta. Sin embargo, la creciente gravedad que registran los delitos rurales reclama ahora no sólo un mayor control policial sino el despliegue de investigaciones más complejas. Se supone que para ello fueron creadas, en algunos distritos bonaerenses, fiscalías especializadas en el delito rural.

Los esforzados productores de la Provincia , muchos de ellos propietarios de pequeñas parcelas, chacras como ocurre ahora en nuestra zona, han dicho sentirse desprotegidos, inermes frente a ladrones que, al parecer, durante días estudian el lugar y saben en qué momento concretar los robos. La única respuesta posible para ellos la debiera dar una activa y continuada presencia policial y judicial, sin la cual no podrá superarse este aumento de la actividad delictiva en el ámbito rural.

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