El chico Down que fabrica cerveza artesanal

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Un joven con síndrome de Down que desde hace casi dos años cocina, vende y sirve pizzas junto a otros 19 chicos con esa misma discapacidad, acaba de lanzar su propio emprendimiento productivo: la cerveza artesanal “Horus”, que fabrica a razón de 300 litros por fin de semana.

La bebida que elabora ya la está vendiendo a cervecerías y particulares como un servicio adicional dentro de su otro trabajo, la pequeña empresa de pizza party “Los Perejiles”.

Hacer cerveza “no es difícil pero lleva muchas horas de trabajo”, explica Pablo Gómez (35) tras una recorrida rápida para mostrar las ollas, la cámara frigorífica, la tapadora y las choperas dispersas en el local de Boulogne donde cada sábado trabaja intensamente “desde las 6”, para aprovechar el día.

“Yo aprendí a hacer cerveza con un curso que mi familia me regaló y ahora la fabricamos con mi cuñado. Nos llevamos muy bien”, dice señalando a su tocayo, Pablo Colman, que va y viene limpiando los barriles de metal.

Gómez tiene además otra ocupación: integra el staff de Los Perejiles, un catering de pizza para fiestas que en dos años fue contratado para 340 eventos y que le permitió acumular los ahorros para comprar el kit necesario para producir los primeros 20 litros de cerveza.

“En Los Perejiles hago dos cosas: cocino y sirvo las pizzas. Ahora, además, llevo la cerveza y la gente me dice que está muy buena”, cuenta.

UNA VIDA AUTÓNOMA

Ambos proyectos surgieron como una derivación de la experiencia ganada en el Taller Sumando, de salidas recreativas y aprendizajes para una vida autónoma, al que Gómez y sus compañeros de trabajo asisten en la localidad bonaerense de San Isidro.

Y coordinando, animando e impulsando ambos proyectos está el profesor de gimnasia y psicomotrista Leandro López, preocupado porque los jóvenes con síndrome de Down que asisten a la institución educativa donde es docente puedan generar sus propios ingresos.

“Lo ideal sería que ellos pudieran trabajar en relación de dependencia en un espacio inclusivo, pero sabemos que las empresas, por desconocimiento, no toman a estos jóvenes”, dijo López.

Para quienes se embarcan en proyectos autogestivos como estos “es muy complicado llegar a líneas de crédito que les permitirían hacerlos crecer”, señaló.

Además de los problemas que plantea el mercado laboral y crediticio, la generación de ingresos también implica vencer resistencias al interior de las propias familias, “que no se animan a que sus hijos salgan solos a la calle”, explicó el docente y terapeuta.

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