Un drama que no para de crecer

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Que los casos de bullying se multiplican tal vez no sea ninguna novedad, pero sí que la gran mayoría de ellos se vuelve más violentos y dramáticos. Ayer, mientras se conocía la historia de la chilena Katy Winter, se recordaba también la de Mallory Grossman, una estadounidense de 12 años que se suicidó a fines del año pasado y cuyos padres decidieron demandar no sólo al colegio sino también a los padres de los alumnos acosadores. Para la misma época pero en Bahía Blanca, una nena también de 12 años fue atacada por siete compañeros que le hicieron comer pasto y le quebraron cuatro dedos. Ambas historias dejaron al descubierto la escalada del problema en todo el mundo y volvieron a encender una pregunta de difícil respuesta: ¿por qué? “El tema está cada vez más presente en los colegios y debemos encararlo con distintas estrategias”, apuntan desde la Comunidad Antibullying Argentina. Su directora, Paola Zabala, asegura que se deben instrumentar protocolos que ayuden al docente al momento de hacerle frente a una situación de este tipo. “El protocolo debe ser una guía orientadora que facilite a las instituciones educativas un modelo de intervención sobre las medidas a tomar ante un caso de bullying o acoso escolar”, apunta la especialista, para quien lo fundamental es “ayudar a los docentes y evitar los típicos errores que se cometen en los casos de bullying, como llamar a la dirección al mismo tiempo al acosador y al acosado, enfrentar a sus familias o aplicar penas punitivas que castigan el hecho sin invitar al razonamiento”.

Según un informe reciente de Unicef, los mensajes personales hirientes, las publicaciones desagradables en redes sociales y la exclusión en grupos de WhatsApp forman parte de una de las experiencias online que más sufren los chicos en Argentina. Con el 33% de las respuestas, el envío de mensajes hirientes es la experiencia más sufrida por los chicos argentinos, seguido por la publicación de estados desagradables en redes sociales (18%), las amenazas por Internet (14%) y la exclusión en grupos online, como WhatsApp (11%)

 

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