La mujer y los derechos lingüísticos

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Por EMILIA STURIALE

Más de 100 años han pasado desde que empezaron las primeras luchas por los derechos de las mujeres y se registraron los logros alcanzados por el movimiento feminista. Por eso, se puede afirmar que el rol femenino ha adquirido con el tiempo más importancia en el mundo laboral. Pero, ¿qué hace falta todavía? Hace falta un reconocimiento de estos cambios sociales en la lengua, en cuya base se hallan los prejuicios culturales relacionados con la identidad sexual.

El campo donde se llevó mayormente a cabo este debate es el del trabajo, pero queda mucho por hacer. En mi opinión, los nombres de cargos de cierto nivel han de usarse en femenino como en masculino, según al sexo que remitan. Sin embargo, lamentablemnete, en muchos casos sigue teniendo vigencia el estereoptipo: las palabras que se refieren a ciertas profesiones tienen realizaciones exclusivamente masculinas, independientemente de la persona que las ejerza, mientras otras están más ligadas al mundo femenino. La pregunta es ¿a qué se deben estas diferencias?No cabe duda de que están arraigadas en la cultura de toda sociedad: en cada país existe, y siempre existió, una diferencia social entre los sexos, donde el papel que desempeñaba la mujer era simplemente el de madre y esposa, mientras que los hombres se dedicaban al trabajo fuera del hogar. Es preciso destacar que hay también prestigiosas instituciones que, en virtud de su postura más bien conservadora, acaban poniendo trabas a ese proceso de desarrollo que apunta a visibilizar a la mujer también a nivel lingüístico, especialmente en lo que atañe a las nuevas profesiones desempeñadas. Según estas autoridades, no es posible imponer duplicaciones: o sea, ciertos términos no contemplan los dos géneros. A dicho respecto, hay que subrayar que también la Real Academia Española encuentra este proceso “innecesario y artificioso”, por lo general.

En conclusión, si consideramos que la lengua es el espejo de la cultura de un pueblo, lo primero que las instituciones -ante todo- y también los individuos tendrían que hacer, para llevar a cabo un desarrollo real de la sociedad, es cambiar nuestro pensamiento para que no solo la lengua refleje a la sociedad, sino porque la lengua necesita permanecer abierta a los cambios.

 

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