Un campeón legítimo, que vio cuestionado el título por el régimen político dominante

El equipo de César Luis Menotti levantó la copa después de vencer en la final a Holanda 3 a 1, en tiempo de descuento

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Después de disputar la final en 1930, Argentina tuvo que esperar unos cuantos años para ganar la Copa Mundial, lo que finalmente logró en 1978, cuando jugó en su casa. En la final, el gran apoyo que le brindó el público al equipo contribuyó a derrotar a Holanda, que no pudo contar con Cruyff, al haberse negado éste último a viajar a nuestro país debido a la situación política.

En la primera fase de grupos, Argentina se vio superada por Italia, pero logró sobreponerse y llegar a la final al vencer a Perú por 6-0.

El seleccionado argentino, contó con grandes figuras como Daniel Passarella, Osvaldo Ardiles y Mario Kempes (máximo goleador, con 6 tantos), derrotó a los holandeses en la final (3-1), tras la prórroga.

Rara vez los prolegómenos de un Mundial habían sido objeto de tantas controversias. Por una vez, el fútbol quedó relegado a un segundo plano, mientras las autoridades debatían si debían o no boicotear el torneo, a modo de protesta contra el régimen militar y sus continuas violaciones de los derechos humanos. Finalmente, sin embargo, y a pesar del llamamiento general para que no acudieran, todas los países viajaron a Argentina.

Sin embargo, y tratándose de una reaparición al más alto nivel, Francia (con Michel Hidalgo al mando) no mostró su mejor cara, y sufrió dos derrotas por 2-1 a manos de Italia y Argentina. Michel Platini y sus compañeros de equipo no lograron meterse en la segunda ronda, a pesar de ganar a Hungría por 3-1 en el último partido.

Todas las selecciones favoritas del torneo se deshicieron fácilmente de sus rivales de la primera ronda excepto Holanda, que cuatro años antes, en Alemania, había disputado la final, pero que ahora tenía que arreglárselas sin Cruyff. No obstante, los holandeses fueron capaces de sobrevivir y, en la segunda fase, liderados por un rejuvenecido Robbie Rensenbrink, empezaron a mostrar lo que sabían hacer y llegaron hasta la final, tras aplastar a Austria por 5-1, vencer a Italia por 2-1 y empatar a dos con Alemania Occidental, que en ningún momento logró meterse en el partido.

Mientras tanto, en el otro grupo de la segunda ronda, se estaba librando una batalla mucho más encarnizada, entre Argentina y Brasil. En su último partido, la selección nacional necesitaba vencer a Perú por una diferencia mínima de cuatro goles, mientras que los brasileños, por su parte, parecían tener el pase a la final asegurado. Sin embargo, contra todo pronóstico, Passarella y sus compañeros le marcaron a Perú ni más ni menos que seis goles.

Esta avalancha de goles dejó atónitos incluso a los espectadores más advenedizos. En la final, sin embargo, los hombres de César Luis Menotti fueron dignos merecedores de la victoria (3-1 tras la prórroga), lograda frente a una Holanda que, en el último obstáculo, volvía a mostrarse carente de recursos. Argentina había alcanzado su objetivo; las celebraciones en las calles podían empezar.

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