Un “puente” entre La Plata y Jujuy para ayudar a las humildes Escuelas de Frontera

Son un grupo de platenses embarcados en una misión destinada a mejorar las precarias condiciones educativas en el Norte

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Por DAVID AYARDE
dayarde@eldia.com

Hace doce años, un grupo de platenses se propuso tender un puente solidario entre nuestra ciudad y las humildes Escuelas de Frontera de la provincia de Jujuy que, más allá de las distancias, perduró en el tiempo y cada vez se hace más fuerte y fructífero. Al principio la iniciativa consistió en el envío de donaciones de todo tipo para que los niños de las comunidades originarias de la zona pudieran estudiar en ambientes más propicios que los que ofrece la dura realidad. Pero con el paso del tiempo fueron trazando nuevos objetivos y consiguieron logros dignos de admiración. Según consignan, es un camino con muchos escollos pero que se puede sobrellevar si se tiene, como en este caso, espíritu de solidaridad.

Reunidos en el Club de Actividades Solidarias (CAS La Plata) catorce vecinos de nuestra ciudad tomaron contacto con poblaciones fronterizas como Yavi y Humahuaca y se embarcaron de lleno en este proyecto de colaboración constante con las escuelas de la región para que los chicos estudien en espacios adecuados. En estos departamentos cercanos a la puna, el paisaje de montañas y quebradas se impone como una maravilla natural y sus habitantes nativos aun preservan las plantaciones ancestrales de papa y habas. Sin embargo en estos tiempos de nuevas exigencias, impuestas o no, la providencia de la Pachamama a veces no alcanza.

LA EDUCACIÓN, CUESTA ARRIBA

Uno de los asuntos que más importa a las familias en este contexto es la educación de los niños, que es por demás cuesta arriba. Para llegar a la escuela los chiquitos deben atravesar cinco o diez kilómetros de rutas de tierra, o surcar geografías accidentadas, a veces, bajo condiciones climáticas muy desfavorables. A esos inconvenientes se suman otros como la precaria infraestructura de los establecimientos y una diversidad de carencias (ropa de abrigo, calzados, útiles escolares, etc.) que para las economías familiares son imposibles de satisfacer

Alicia Casas, desde su labor de secretaria de la ONG platense, describió que en estos pueblos situados a unos 4 mil metros de altura “damos ayuda permanente a escuelas, padrinazgos de chicos que terminan la primaria y quieren seguir estudios secundarios, y colaboramos en proyectos de las mismas escuelas y de las comunidades”, y contó que en este momento los colegios que reciben donaciones con más frecuencia se encuentran en las comunidades de Larcas e Inti Cancha, casi en el límite con Bolivia, y de Aparzo, a unos 60 kilómetros de la frontera. Desde La Plata se encargan de impulsar movidas solidarias y de recibir y seleccionar las donaciones que finalmente serán enviadas a estas zonas fronterizas. Mandan desde zapatillas y ropa hasta libros y útiles para estudiar. De a poco, con el paso de los años, fueron fijando nuevas metas y las cumplieron, como la edificación de una escuela secundaria en la comunidad de Huancar, la creación de la biblioteca del colegio de Aparzo, o la construcción de un salón de usos múltiples en Larcas, todavía en obra.

“Cada proceso tiene su complicación”, dice Alicia y cita como ejemplo el envío de diecisiete cajas con libros para la puesta en marcha de la biblioteca, una acción que ante la falta de un vehículo apropiado fue posible gracias a las colaboraciones de una librería de nuestra ciudad y de la fundación de una empresa de transporte. Por esto, Damián Morel, presidente del CAS, remarca que la solidaridad existe cuando se forjan redes en las que se involucran los distintos actores sociales.

A medida que conocieron a las comunidades y a las escuelas, que se interiorizaron en las precarias condiciones de estudio de los niños y que enriquecieron el diálogo y la confianza con las autoridades escolares, empezaron a atender otras necesidades y la cadena de solidaridad “se fue aceitando”. Así dieron surgimiento a un sistema de becas para ayudar a los alumnos a seguir con la secundaria, que consiste en dos entregas de dinero al año para la compra de útiles, ropa o para pagar el transporte. “Es importante porque se puede acompañar a los chiquitos un poquito más, para que no dejen sus estudios una vez que finalizan la primaria. Es también una forma de decirles que no están solos y que ante alguna dificultad siempre hay alguien que les va a dar una mano”, sostuvo Alicia.

PROFUSA ACTIVIDAD

“Más allá de lo que hacemos en Jujuy, en La Plata también se colabora cuando hay donaciones que sabemos que no llegan hasta allá”, añade Alicia. En los últimos meses realizaron colectas para Sumando Voluntades, que trabaja con personas en situación de calle; para distintos hospitales de la Ciudad; Cartoneros Platenses; el hogar El Angel Azul; y para el centro de ayuda integral a niños de comunidades originarias llamado Wawawasi. Además colaboran en situaciones puntuales como pasó con los inundados de Villa Elvira.

Las repercusiones de este conjunto de acciones llevó al CAS a entrar en contacto con un grupo de jóvenes de Francia que este año fundaron una ONG para ayudar a las escuelas del Noroeste Argentino (NOA). “Ellos nos contactaron y el resultado es que ahora estamos haciendo un proyecto en conjunto para implementarlo en Jujuy lo más pronto posible”, expresó Damián.

Dentro de este grupo también está Yolanda Bustillo, una platense que lleva 36 años trabajando desinteresadamente por el bien de la comunidad. Si bien se desempeña como tesorera sus compañeros se nutren de su experiencia y sabiduría. Para ella “la solidaridad es ayuda a la comunidad, pero no con un fin de dar por dar, sino de ver las necesidades y de ayudar para que cada uno pueda defenderse por sí, por eso entendemos que la educación es lo principal y lo más valioso”.

Para Yolanda, en lo personal, los logros de la organización son “muy movilizantes”. “Cuando vez que un chico pudo terminar el secundario, o como nos ha pasado en una plaza de Larcas inaugurando un monumento, que pasó un joven y nos dijo: ‘Gracias a ustedes hoy soy profesional’, sirve muchísimo”, recordó. Y reflexionó que “por esas cosas la gente se tiene que incorporar. Es más importante la solidaridad a que uno se quede en la casa mirando la tele. Estás haciendo algo por los demás y eso te da ganas de seguir”.

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