Psicópatas en el horizonte
Edición Impresa | 1 de Julio de 2018 | 10:50

Por SERGIO SINAY
sergiosinay@gmail.com
¿Cuántos psicópatas nos rodean? ¿Cuántos de ellos influyen en nuestra vida o la determinan? Hacia 1975 el canadiense Robert Hare, doctor en psicología, especializado desde hace décadas en el estudio de la mentalidad criminal, elaboró lo que aún hoy se considera como una herramienta básica en el estudio de la psicopatía. Llamada “The Hare Psychopathy Checklist” (Lista de Detección de Psicopatía de Hare), incluye los veinte rasgos que Hare, autor de varios libros clásicos sobre el tema y receptor de galardones internacionales, como la Medalla Reina Sofía, considera claves para detectar a un psicópata: 1) Facilidad de palabra, encanto superficial, seducción; 2) Desmesurada autoestima; 3) Necesidad de estímulo y excitación constante, sin las cuales tiende al aburrimiento; 4) Gran capacidad para mentir, engañar, falsificar; 5) Permanente ejercicio de la manipulación sobre las personas que lo rodean; 6) Absoluta ausencia de remordimiento, arrepentimiento y culpa; 7) Pobreza emocional y ausencia de registro afectivo y sentimientos; 8) Insensibilidad y falta de empatía, esto es incapacidad de conectarse y comprender lo que otros sienten o necesitan; 9) Parasitismo, vivir a costa del esfuerzo de otros; 10) Incapacidad para gestionar sus emociones, se descontrola ante el obstáculo, no tiene margen para la frustración; 11) Promiscuidad en sus relaciones, sobre todo las sexuales, en las que no asume ningún compromiso ni tiene permanencia; 12) Conductas disfuncionales desde edad temprana, incluyendo desde violencia hasta mentira, desde robo hasta bullyng; 13) Incapacidad para plantearse objetivos a largo plazo y mantenerlos; 14) Acciones impulsivas, sin prever consecuencias; 15) Irresponsabilidad, imposibilidad de responder por sus acciones o de asumir los efectos de estas; 16) Desvío de culpabilidad, niega sus actos y descarga sobre otros la responsabilidad; 17) Incapacidad de permanecer en proyectos o relaciones; 18) problemas con la ley y la autoridad desde muy joven; 19) Si delinquió y fue preso, vuelve a delinquir en cuanto sale o en cuanto se le otorga libertad condicional; 20) Se enorgullece de sus actos delictivos, más aún si no son descubiertos.
UNA VARIEDAD DE SER HUMANO
Si se toma la lista al pie de la letra, se podría decir que todos los humanos son psicópatas. Con una mano en el corazón, ¿quién no padece al menos uno de esos rasgos? Sin embargo, no es una sola característica la que los define, sino la suma de ellas. El especialista galés Jon Ronson, discípulo de Hare, advierte que se puede considerar que alguien es psicópata si se detectan en esa persona al menos 16 de las condiciones enumeradas en la lista. Pero también señala que es peligroso tomar esa lista como un dogma, porque terminaría por deshumanizar al psicópata. Nunca hay que olvidar que cada persona es única y, por lo tanto, siempre debe ser observada como tal. Además de su falta de empatía y su carencia de sentimiento de culpa, tienen fisuras. El psiquiatra argentino Hugo Marietan, autoridad en este tema y autor de varios libros (entre ellos “El complementario y su psicópata” y “Mujeres ancladas en psicópatas”), sostiene en “El jefe psicópata” que “el psicópata es una variedad de ser humano. No es un enfermo como la mayoría de las personas cree, sino que es una manera de ser en el mundo”. Tiene necesidades especiales, agrega, y tiende a satisfacerlas sin importarle las consecuencias sobre los demás. Cosifica a las personas, las usa para sus fines.
Según Marietan, los psicópatas constituyen un 3 por ciento de la población
Un mayor conocimiento sobre el perfil psicopático bien podría ser pensado, en estos tiempos, como una suerte de vacuna de tipo vincular y emocional. Es que cuanto más se sabe sobre ellos, más real parece ser una sentencia de Ronson: “Cierto capitalismo recompensa al psicópata”. Tanto en la política, como en el deporte, en los negocios, en las finanzas y en las relaciones personales se extiende una peligrosa tendencia a elegir, sostener e idolatrar psicópatas. “Hay un capitalismo -responsable de las burbujas y las crisis- que recompensa rasgos psicópatas, como la búsqueda de ganancia sin límites a corto plazo sin importar los perjuicios que su beneficio ocasione a los demás”, declaraba Ronson en 2012. Los seis años transcurridos desde entonces no hicieron más que acentuar la verdad de su descripción. Como él, otros analistas, entre ellos la economista sudafricana radicada en Londres Ann Pettifor, autora de un libro imprescindible para entender la cuestión titulado “La producción de dinero”, vienen indicando que crisis como las de 2008, que dejaron en el mundo un tendal de personas sin trabajo, sin hogar y miles de suicidios, se repetirán con frecuencia. Los gobiernos se han rendido a los mercados financieros cuyo único objetivo es el dinero fácil y rápido, guiado por la doctrina del “toco y me voy”. Huyen rápidamente de donde ya no hay ganancias y dejan detrás de sí economías destruidas y vidas desquiciadas. Como los psicópatas, estos famosos “mercados” (integrados por personas, aunque no den sus rostros ni sus nombres) desconocen la moral, la noción de bien y mal y la consideración por el otro.
Por esas características, informa Ronson, los psicópatas llegan a ser buenos banqueros, empresarios, políticos. Pero son pésimos artistas y escritores, porque nada de lo que tenga que ver con sensibilidad les llega. En aquel año 2012, tan cercano y tan lejano, el estudioso ya advertía sobre lo que significan personalidades como Trump (a quien nadie soñaba entonces como presidente de EE. UU. ni en sus peores pesadillas), Berlusconi y otros súbitos líderes de rasgos psicopáticos que, de la nada, surgen y subyugan a masas enceguecidas, del mismo modo en que un psicópata usa su manipulación seductora para abducir a una persona en vínculos íntimos. “Se trata de seres de fulgurantes ascensiones y -si tenemos suerte- de estrepitosas caídas”, describía Ronson. El problema es que, aunque sus trayectorias sean breves, sus daños no lo son.
TRES DE CADA DIEZ
Según Marietan, los psicópatas constituyen un 3% de la población (en 40 millones de habitantes habría un millón 200 mil). Y serían tres varones por cada mujer. Un dato para tener en cuenta cuando se habla de femicidios, y cuando se observa a qué tipo de líderes se elige o se sigue en los diferentes ámbitos de la vida. El psicópata usa a los otros para obtener lo que él necesita (votos, admiración incondicional, fanáticos, sirvientes emocionales, proveedores afectivos y económicos). A cambio solo ofrece ilusionismo. Y siempre quiere más. En política, dice Marietan, los psicópatas forman bloques que responden a intereses partidarios o personales, pero no a los de sus representados. Y en todos los campos se los verá actuar así, tras máscaras seductoras y manipuladoras.
Tiempos como los actuales, en los que el egoísmo y el individualismo, el hedonismo y el narcisismo, la irresponsabilidad y la superficialidad se desarrollan como plagas, son propicios para los psicópatas, que se mimetizan entre las multitudes de ensimismados. Los mejores antídotos son los menos usados: vínculos fuertes y activos, atención al prójimo, a sus sentimientos y necesidades, preocupación por el bien común. Ante un psicópata, estas son balas de plata.
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