Hacer lo máximo que podemos con lo que tenemos

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SANTIAGO SALGADO (*)

La primera vez que asistí al “Seminario de Emprendedores” de la facultad de Ciencias Económicas, otro estudiante contó una pequeña historia que me hizo tomar conciencia de la importancia de las herramientas que utilizamos a la hora de emprender.

La historia es anónima, y cuenta que en cierta ocasión, un joven llegó con el propósito de obtener trabajo a un monte donde estaban talando árboles. Habló con el responsable y éste lo aceptó y le dijo que podía empezar al día siguiente.

Durante su primer día, trabajó duramente y cortó muchos árboles. El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue casi la mitad del primer día. El tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento golpeaba el hacha con toda su furia contra los árboles. Aun así, los resultados fueron casi nulos.

Un compañero se dio cuenta del escaso rendimiento del joven, entonces le preguntó: ¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha? A esto el joven respondió: realmente, no he tenido tiempo. He estado demasiado ocupado cortando árboles.

Como emprendedores con recursos limitados (tiempo, dinero, oportunidades), es nuestra responsabilidad hacer lo máximo que podemos con lo que tenemos. Por esto, tomarnos tiempo para reflexionar sobre lo que estamos haciendo y tener una visión clara, es trascendente para llevar adelante nuestro proyecto.

Primero, ¿la solución o el problema? Hay mucho escrito sobre la tasa de éxito y fracaso de los emprendimientos, y por lo general hacen referencia a que es deseable que el emprendedor tenga experiencia para llevar a cabo su proyecto. En general, tendemos a emprender sobre cuestiones en las que tenemos experiencia, pasión o ambas.

Todo emprendimiento inicia siempre con un porqué: querer hacer un producto o servicio en particular, haber encontrado una necesidad insatisfecha y proponer una nueva forma de satisfacerla, o creer que lo podemos hacer mejor que los ya existentes en el mercado.

Podríamos analizar si estamos pensando desde el problema o desde la solución. Lo bueno de tratar con problemas es que podemos trabajarlos desde distintas posibles soluciones, y que no suelen desaparecer en respuesta a un único estímulo. Cuando estamos apasionados por un problema, el foco está puesto en resolver una situación y eso continuamente nos desafía a seguir mejorando nuestra propuesta de solución. Por el otro lado, cuando el foco solamente está puesto en nuestra solución podemos perdemos de vista al destinatario y por qué nos elegiría.

¿De qué trata tu emprendimiento? A priori parece una pregunta simple, pero en realidad es la interpelación más ambiciosa que nos pueden hacer. Para definir en una frase corta y concisa toda la propuesta de nuestro emprendimiento, tenemos que tener una visión clara de lo que estamos proponiendo. Si nos gustan los desafíos, un ejercicio para trabajar esta pregunta es describir todo el proyecto en una sola hoja. Una vez que lo logramos, vamos por algo aún más conciso, resumir conceptualmente el emprendimiento a una frase menor de 200 caracteres.

Para responder a este ejercicio es muy importante que tengamos en claro la propuesta de valor de nuestro proyecto, o sea el conjunto de ventajas que hace que alguien elija una solución por sobre otra. Siempre la finalidad de la propuesta es solucionar un problema o satisfacer una necesidad.

Una vez clarificada la propuesta de valor, teniendo en claro quién es nuestro cliente, y qué es lo que ofrecemos, estamos en un buen momento para recibir acompañamiento de alguna de todas las instituciones de nuestra región que apoyan el desarrollo emprendedor.

En pocas semanas se abrirán vacantes para el “Seminario de Emprendedores” de la facultad de Ciencias Económicas de la UNLP, el cual siendo un seminario optativo de grado de la facultad recibe a emprendedores de otras unidades académicas.

En la misma facultad inició Usina de Ideas, que es un espacio de trabajo colaborativo e interdisciplinario para el desarrollo emprendedor universitario con apoyo de mentores, consultores y partners estratégicos para cada uno.

También en la UNLP funciona Minerva, una incubadora que está diseñada para acelerar el proceso de creación de empresas sustentables, articulando sus acciones desde la Dirección de Vinculación Tecnológica con distintas Unidades de Desarrollo Emprendedor y Facultades.

(*) Tutor de la Usina de Ideas de la facultad de Ciencias Económicas de la UNLP.

 

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