El oeste platense, un termómetro de la caída de la actividad en la Región

La disparada del dólar provocó en el último mes una caída que se calificó como “estrepitosa” en la actividad de pequeñas y medianas empresas, comerciantes y profesionales independientes del Oeste de la Región, donde se concentra uno de los polos económicos más importantes de La Plata. “Con algunas variaciones, todos nuestros socios señalan que las ventas se desplomaron entre un 20 y un 30 por ciento, los más afectados son el rubro de servicios y el de la obra pública”, asegura Diego Príncipi, presidente de la Cámara La Plata Oeste - CALPO -, entidad que representa a entidades vinculadas a la industria, el comercio, la producción y el servicio.

El dirigente señala que tras el último encuentro multisectorial que se hizo en la entidad, buen número de los 60 socios dijo haber experimentado en el último mes una retracción que va del 20 al 30 por ciento y que los que no sintieron tan marcado ese problema, sufrieron alta morosidad, embargos o cheques retrasados. Son datos no menores y sirven como termómetro de la crisis económica, teniendo en cuenta que el oeste platense genera el 24 por ciento de la producción local y reúne al 31 por ciento de la población de La Plata.

“El consumidor trata de optimizar sus compras hacia lo esencial, además se registró una sustitución por segundas y terceras marcas, aunque estas también aumentaron de precio”, dice el dirigente.

Entre los rubros que mas expresaron agobios por la crisis están las constructoras proveedoras del Estado y el sector vinculado a las obras privadas de gran envergadura, donde por el momento la actividad está casi por completo paralizada, dicen.

Sin embargo, se aclara que en los corralones no se da a basto con la venta de ladrillos. “No acusan recibo del traslado a los precios por el aumento del dólar, tal vez aquel que pudo tener una reserva en esa moneda se encontró con mayor poder de compra”, agrega Príncipi.

Con pocos clientes en el mercado, la presión tributaria también resulta letal para la actividad económica porque, según analizan en la Cámara, hay muchos empresarios que no pueden acceder al sector financiero por cuestiones como por ejemplo haberse atrasado en el pago de las cargas sociales.

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“Las tasas de los bancos están por las nubes, salvo la del Banco Provincia que con el 29 por ciento anual, es más accesible que el resto”, apunta el empresario para remarcar que es necesario que se modifiquen las variables financieras para sortear las complicaciones actuales, “los bancos no asisten si hay incumplimientos recientes y eso es como echarle kerosene al fuego”, agrega.

En ese sector económico coinciden en que el costo laboral es muy alto, y no tanto por los salarios, sino por las cargas que deben afrontar los empleadores; además ponen en la mira la “industria del juicio laboral” que, dicen, a la larga recae en la estructura de costos y se vuelca al consumidor final.

“En otras crisis muchos hemos capeado la tormenta con éxito, otros se quedaron en el camino, pero creo que con algunas medidas a favor del sector productivo la vamos a poder sortear”, concluye.

obra pública, otro sector golpeado

Por el lado de la obra pública y Matías Picci, empresario del rubro metalúrgico carpintero, señala que en el último año su trabajo en ese ámbito cayó en un 70 por ciento.

“Hace un año que la obra pública se cayó a pedazos, solo se hacen caminos, parches, pero no escuelas, jardines, cárceles en las que nuestro trabajo representa el 30 por ciento del total”, asegura el empresario cuya firma fue fundada en 1998.

En esa empresa se desempeñan una 40 personas y están convencidos que para no endeudarse es necesaria la obra pública. “Cuando había trabajo nadie se quejaba, pero hoy se trabaja muchos menos y se paga mucho mas, es como si nos quisieran fundir, por eso necesitamos que el gobierno haga algo para que todo se vuelva a mover”, apunta Picci.

Rafael García, al frente de una distribuidora de productos congelados que se encuentra en San Carlos es contundente: “no esperábamos esta crisis tan abrupta” y señala que el mayor cimbronazo lo sufrieron con el precio de la tarifa eléctrica, algo esencial en un rubro que depende de las cámaras de frío.

“Al principio de la gestión Macri se pagaba de luz 28 mil pesos y ahora, 139 mil por mes; a eso hay que sumarle el aumento en el precio del gasoil, si antes de los últimos cinco aumentos las camionetas tenían un costo de 30 mil pesos por mes, ahora hay que destinarle 49 mil, eso hizo que variáramos la forma de distribución y si un cliente se quedó sin un producto o se olvidó de algo en el pedido, tiene que esperar a que sea el día previsto para que se lo llevemos”, afirma el empresario.

Con varias crisis vividas, la última hace 15 años, García piensa que hay que ir acomodándose a la realidad hasta que pase lo peor, de todas maneras cree que no vendría mal un gesto del gobierno como por ejemplo reducir la carga impositiva o promover que los bancos no cobren intereses tan altos cuando tienen algún descubierto.

“Nosotros abastecemos en un 80 por ciento a los almacenes y a los súper medianos, en estos últimos es donde mas se nota la crisis porque, con menos dinero que antes, la gente termina comprando en el almacén mas chico lo esencial para el día”, dice y menciona que muchos ya no disponen de 5 o 6 mil pesos para hacer una compra general en las grandes cadenas.

Las dificultades para acceder al financiamiento preocupan a distintos sectores

El distribuidor coincide en que las ventas cayeron un 25 por ciento y entiende que eso se debe a que en un panorama de crisis económica la gente deja de consumir productos congelados como las papas fritas o las presas de pollo rebosado.

“Si la gente tiene que dejar algo, lo que menos consume es lo congelado, igual se vende, pero menos; a los comerciantes se nos hace complicado avanzar porque cuando la luz aumentó el 100 por ciento no se trasladó ese costo a los productos, pero el gasto cada vez es mayor para mantener las estructuras”, agrega García quien también cuenta algo que le pasó a muchos empresarios que apostaron a modernizar sus equipo, en su caso, compró en cuotas un motor para una de las cámaras que le costó 80 mil dólares y ahora mes a mes debe disponer una suma que se le duplicó.

se siente en la gastronomía

El rubro gastronómico no escapan a la retracción, en un conocido restaurante del barrio El Retiro aseguran que de septiembre del año pasado a éste, hubo una caída del 14 por ciento. “Se trabajan unos 1200 cubiertos menos por mes, además la escalada del dólar no se puede trasladar a los precios porque eso espantaría más a la gente”, dice Andrés Carricart, al frente de ese comercio.

En el restaurante en el que trabajan 70 empleados, se remarca que “se disparó” la mercadería importada como el salmón y, peor aún, hubo días en los que los abastecedores se negaban a entregarlo por falta de precio.

El profesional reconoce que las tarifas que se pagaban en la anterior gestión no eran reales, pero considera que esta política de shock está poniéndole las cosas muy difíciles a los pequeños y medianos comerciantes.

“No hay chance de financiamiento con un descubierto al 80 por ciento, hay que recuperar el crédito; en noviembre del año pasado la taza para un préstamo era del 10 por ciento, algo que hoy no existe”, opina.

Para contrarrestar lo que se perdió por un lado, en el restaurante se trabaja con el sector corporativo y se buscan nuevas vías para llegar a los clientes.

“Si la situación está complicada, lo primero que se deja son gustos como ir a comer afuera, desde el vamos un plato ronda los 650 pesos, más la bebida se llega fácilmente a los 700 u 800 pesos por persona, por eso ahora también tratamos de ofrecer nuestro servicio a las empresas”, aclara el empresario.