Tafí del Valle guarda el encanto de sus paisajes en la pintoresca Tucumán

Es una excelente alternativa para disfrutar de interesantes paseos y excursiones a través de altos cerros, frescos valles, distintas vertientes de agua o en medio de plantíos frutales

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La ciudad de Tafí del Valle es el destino turístico más importante de la provincia tucumana. Es una villa enclavada entre montañas, en la región central del oeste de Tucumán, situada a 107 km de la capital San Miguel de Tucumán.

Su nombre deriva del vocablo diaguita Taktillakta, “pueblo de entrada espléndida”, y es una excelente combinación de montañas, ríos y climas que invita a ser visitada en cualquier época del año, ya que sus temperaturas promedian los 26º C en verano y 16º C en invierno.

Ocupa una región en el fondo de una profunda hoyada. Al oriente limita con las cumbres Calchaquíes, las de Mala Mala y Tafí, de 3500 metros de altura; al occidente con el cerro Muñoz, de 4440 metros, mientras que el cerro Nuñorco Grande, de 3320 metros, cierra el valle por el extremo meridional.

Tafí del Valle es una excelente alternativa para disfrutar de interesantes paseos y excursiones a través de altos cerros, frescos valles, distintas vertientes de agua o en medio de plantíos frutales.

Actividades como travesías en 4 x 4 al río Los Sasos, trekking al cerro Pelao, cabalgatas a las ruinas de los Quilmes o vueltas en unimog por el valle, son algunos de los entretenimientos más elegidos por los visitantes.

Para destacar es la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, la Quebradita y el dique la Angostura, ideal para la pesca del pejerrey y la práctica de deportes náuticos. Además cuenta con varias reservas arqueológicas, muchas de ellas casi inexploradas. Miles de turistas eligen a Tafí del Valle en Semana Santa. En esta bellísima zona se revive la fe cristiana durante la Pascua por medio de una obra de teatro que rememora la Pasión de Cristo, conocida como “Pasión de Tafí del Valle”. Tafí guarda el encanto de sus paisajes, el testimonio de su cultura y la hospitalidad de su gente que hacen de esta región un glorioso sitio para conocer

El Museo de Mitos y Leyendas a tan sólo 7 kilómetros del centro de la ciudad de Tucumán se encuentra esta institución que exhibe el patrimonio cultural de los antiguos habitantes de la región.

Al ingresar al famoso y deslumbrante Museo de Mitos y Leyendas Casa Duende, descubrimos muchos personajes míticos, leyendas y tradiciones de la cosmovisión indígena del Valle Calchaquí y todo el norte de Argentina. Una vasija enorme nos dio la bienvenida a un lugar repleto de magia.

Visitamos sin prisa todas las salas y en cada una de ellas percibimos con claridad la relación que los hombres mantenían con el viento, la tierra, las estrellas y el agua. En el origen, los seres humanos atribuían a cada uno de estos elementos distintos poderes y nombres; ocupaban un lugar muy importante en el desarrollo de la vida.

En el museo hay numerosas esculturas, pinturas, relatos que simbolizan a distintos dioses y seres vinculados con las creencias populares de los habitantes de los Valles Calchaquíes.

Entre los distintos personajes míticos y protectores de la naturaleza que se encuentran allí, podemos señalar la imagen de Yastay, padre de los animales y de las aves, representado por un hombre con pata de guanaco. La más conocida es la Pacha Mama, Madre Tierra, cada año se celebra su día y se le rinden numerosas ofrendas y plegarias. Además, están las Madres de las Aguas, el Señor de los Pájaros (con forma de suri), la Ñusta, que representa a la primavera, y el Pucay, entre otros.

Como señala B. Malinowski en Myth in Primitive Psychology: “El mito es un elemento esencial de la civilización humana; lejos de ser una vana fábula, es una realidad viviente a la que no se deja de recurrir. No es una teoría abstracta o un desfile de imágenes, sino una verdadera codificación de la religiosidad y de la sabiduría práctica”.

Por último, cabe destacar que el museo cuenta con un fogón de cuentos, sala de proyecciones y una enorme vasija donde los artesanos locales suelen exponer sus obras para comercializarlas.

 

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