FESAALP: Aprendiendo a vivir (y morir) en “La educación del Rey”

La competencia de Largometrajes del Festival de Cine Latinoamericano de La Plata continúa hoy a las 22 con la proyección de una de las películas nacionales del año, dirigida por Santiago Esteves

En el marco del supermes del cine nacional, aterrizaron en la cartelera varios “tanques” locales, películas anunciadas con bombos y platillos que llegaron para copar la cartelera aprovechando la promo a mitad de precio. En medio del estruendo, imitando a sus personajes lacónicos, nobles y efectivos, llegó en silencio “La educación del Rey”, notable estreno nacional que tuvo un breve paso por la cartelera comercial, una semana de yapa en el Cine Select y que vuelve a la Ciudad esta noche, desde las 22 en el Taller de Teatro UNLP, gratis, en el marco del Festival de Cine Latinoamericano de La Plata.

La creación de Santiago Esteves se financió tras ganar un concurso para miniseries: la versión serial se vio en la TV Pública, tras lo cual Esteves y su coguionista, Juan Manuel Bordón, comenzaron un trabajo de reescritura y edición para convertir la serie en un largometraje, un trabajo que implicó recortar material y reducir el filme a una expresión menos coral, más simple y directa para que “encajara” dentro de la lógica de los géneros trabajados: el western y el policial estructuran el relato que nació en 2014, con una semilla de idea sembrada por Bordón.

El guionista se acercó a Esteves con un título y el inicio: un chico que se escapa de la casa, se ve involcrado en un robo con su hermano y termina cayendo en la casa de un guardia de seguridad. “Me pareció interesante cómo personajes que forman parte de la coyuntura social argentina, podían ser parte de un relato mitico, que tuviera su base en el relato del maestro y el aprendiz, un relato arquetípico”, dice Esteves en diálogo con EL DIA.

Su coequiper había estudiado algunos relatos de la caballería medieval, y adaptado esos aprendizajes caballerescos a la lógica del cine delincuencial, jugando desde el título con la idea del “Rey”: el protagonista de la historia es Reynaldo (el debutante Matías Encinas), que cae en la casa de quien se convertirá en su maestro, Vargas (el experimentado Germán De Silva).

El relato fue tomando forma gracias a otros mitos maestro-alumno, con las referencias presentes de “Gran Torino” y “Karate Kid”, pero siempre regido por las reglas del western y el policial. Trabajar con el cine de género, dice Esteves, fue “uno de los grandes impulsos” para hacer la película. “Juan Manuel y yo tenemos un amor por el género muy grande, y además el género ayudó mucho a estructurar mucho el relato”, revela.

De aquellas películas clásicas, empapadas de la sencillez, el humanismo y hasta cierto optimismo de la posguerra, “La educación del Rey” adapta “la lealtad, los códigos, algo común al cine delincuencial”, y reconstruye “el tono y el lenguaje” para traer esos géneros a Argentina.

Un trabajo metódico con la musicalidad de las pocas palabras y los muchos silencios que pronuncian estos héroes míticos perdidos en Mendoza. “Uno puede querer utilizar estructuras y tipos de personajes del cine delincuencial, pero se suele fallar en generarle un lenguaje propio. Porque más allá de pasar el lenguaje filoso, intenso, se falla a la hora de encontrarles una voz, una música particular para que se haga verosímil lo que esos personajes dicen y cómo se mueven”, opina Esteves.

Rodada en una Mendoza (de donde son oriundos el director y el coguionista) que escapa al paisaje turístico y muestra arideces del western, Esteves y Bordón procuraron exportar el lenguaje de su infancia para construir esa música de las palabras, aunque luego reescribieron en los ensayos los diálogos con los actores más jóvenes, para traer esos díalogos al uso actual.

“En esos ensayos se armó la musicalidad”, una musicalidad también posible, dice Esteves, “por la calidad actoral de aglunos acotres: Germán De Silva hace sonar muy bien frases muy difíciles de decir”.

De Silva, cuenta Esteves, “estaba en la película desde la escritura, era el candidato, por una cuestión física y de capacidad actoral”. Matías Encinas apareció buscando: “Decidimos no hacer un casting abierto sino ir a buscar chicos a talleres de teatro”, cuenta el cineasta, que cuando vio a Encinas pensó que “era distinto” al Rey que estaba sobre el papel, “más alto, más canchero, tenía algunas características físicas que lo hacían diferente al personaje”.

Pero, hijo de actores, “ya había estado en situaciones de actuación durante toda su vida, pudo manejar el ser filmado de entrada, captaba todo con mucha fineza, era capaz de incorporar matices, sutilezas, a un personaje muy lacónico, que no se expresa verbalmente”, revela el director, que se inclinó sin dudarlo por esta versión de Reynaldo.

Se dio así una química sobre escena que se reflejaba fuera de escena: el veterano actor y el joven debutante, el delincuente inexperto y el viejo guardia de seguridad, constituyeron el primer escalón en la educación de Reynaldo. Pero, advierte Esteves, podría haber secuelas, más historias, más maestros.

Inspirados por la serie de filmes de Francois Truffaut sobre Antoine Doinel, “nos daban ganas de que la educación de Reynaldo se extendiera a través del tiempo, y que en cada película tuviera un nuevo maestro, para que ese Rey del título dejara de ser una abreviatura de su nombre y que, en algún momento, se volviera el Rey de los ladrones”.

“Pero nos ha llevado tanto tiempo hacer esta solamente”, dice algo resignado Esteves, “que vamos a tardar algunos años en volver a juntar las ganas”.

 

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