Hugo Varela: una vida cambiando el humor de la gente a su manera

El humorista y músico llega a la Ciudad mañana con un show inclasificable y nuevo, aunque promete cerrar con “La corbata rojo punzó”

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El ingenioso hidalgo Hugo Varela, heredero juguetón del payador que lleva siete décadas de vida y cinco girando por los escenarios del país, vuelve a la Ciudad mañana con “Sin ton ni son”, su nuevo espectáculo con aroma a clásico, donde trabaja “con los ingredientes tradicionales, los de siempre: las canciones humorísticas, las explicaciones, los artefactos sonoros extraños, la participación del público”.

Así dice Varela en diálogo con EL DIA, antes de su visita al Coliseo Podestá para mostrar sus personajes infinitos y sus juegos musicales en un show con escenas escritas en este 2018, todas novedosas incluso para los seguidores del compositor y humorista. Aunque, se ríe Varela, “igual te piden siempre el final obligatorio, “La corbata rojo punzó”, yo obedezco y termino, a pedido del público, con eso”.

Y esa es una marca registrada de Varela: siempre tiene un oído puesto en el público: “He construido una historia con la gente”, admite quien a pesar de su popularidad se ha manejado siempre al margen de las convenciones y de los grandes medios, sosteniendo siempre “un estilo personal”.

“Cuando arranqué y buscaba laburo, hacía cosas de teatro, de mimo, de instrumentos raros, canciones... Me preguntaban: ¿usted es cuentista? ¿Imitador?”, recuerda Varela: la respuesta era invariablemente “no”, su acto imposible de encasillar. Por eso, “fue muy difícil arrancar. Pero una vez que me instalé, que ya la gente me aceptaba y por lo tanto el bolichero también, seguí con mi camino. Siempre he hecho lo mío, a mi manera, con mi lenguaje”. Contra los molinos de viento. A su manera, como cantaba Sinatra.

Música y humor

“He hecho algunas cosas diferentes, como ‘Inodoro Pereyra’, que fue espectacular. Pero siempre como un juego. Y siempre vuelvo al unipersonal, que es el ámbito donde me siento más cómodo”, dice Varela sobre su espectáculo, que podría definirse como una mezcla lúdica de música y humor.

“No se en qué momento, apareció uno y el otro, es muy difícil encontrar la grieta entre las dos”, dice sobre estos dos elementos clave de su show. “De chico tenía una guitarra chiquita, mi viejo me ensañaba... pero también me gustaba bailar, me disfrazaba, y parece que también hacía reír. También hacía reír a los pibes de la barrita de la esquina, en el pueblo: para jugar al fútbol era malísimo, pero me integraba porque los hacía reír. Y siempre estuve con la guitarra”, rememora.

Más tarde, claro, el humor comenzó a dejar de vivir como un ente separado y colarse en la música. Y no solo en las letras: también en los instrumentos: “Le empecé a faltar el respeto a la guitarra, y después, lo más peligroso, me metí con instrumentos que la gente ve como místicos, le faltaba el respeto al violín con un plumero violín, le ponía un bombo al bandoneón para formar un bomboneón. Lo curioso es que los músicos, en vez de enojarse, ¡me quieren!”

Hoy, tras cinco décadas girando, “la base del espectáculo”, dice Varela, “sigue siendo hacerlos reír, pero eso para mí no es suficiente. Más que hacer reír, porque uno se puede reír de cualquier cosa, me interesa más generar una energía, un cambio de humor, que se puedan sentir bien. Eso, por ahora, lo sigo logrando, y eso es lo que la gente valora”.

Y más lo valora ahora, en esta crisis que atraviesa el país. “La revista Humor tenía una frase: ‘la revista que anda bien cuando todo anda mal’. Me gusta esa definición, tan sintética”, se ríe el artista.

“Me acuerdo que en 2001, una situación con un olor muy parecido a esta: yo salí de gira, ciudad por ciudad, a lo que salía, porque no sabíamos que iba a pasar la siguiente semana. No salían muchos de gira por los pueblos, como hoy. Y me fue bien: creo que porque la gente necesitaba humor. A la salida me abrazaban, como una cosa medio mística. ¡Me sentía el Pastor Giménez! Yo le explicaba a la gente: lo mío será artístico, pero es un oficio. Como un plomero. ¡Que también es un poco un artista!”, recuerda, poniendo ejemplos a la frase de la mítica revista cómica. Es que, dice, “a veces para el humorista ser necesitado es bueno. Pero sería mejor que no nos necesiten”.

“La revista Humor tenía una frase: ‘la revista que anda bien cuando todo anda mal’. Me gusta esa definición, tan sintética”

 

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