Entrá a la casa de Barreda, a 26 años de la masacre
Edición Impresa | 5 de Septiembre de 2018 | 03:04

Las paredes derruidas, el techo abatido, el moho, el polvillo, el desorden, el óxido. El efecto del tiempo va avanzando día por día, desde hace casi 26 años, pero aún no logró desarmar el escenario, la casa familiar situada en 48 entre 11 y 12, donde el odontólogo Ricardo Barrera masacró a toda su familia, con una escopeta de caza.
En las últimas horas se conocieron fotografías del estado en el que está hoy la vivienda sobre la que pesa un litigio judicial referido a la propiedad y a la vez se puso en marcha un proceso de expropiación a instancias de una iniciativa que propone asignarla a actividades referidas a la prevención de la violencia de género.
Desde el 15 de noviembre de 1992 allí sólo se realizaron diligencias judiciales en el marco de la causa por la que fue condenado el cuádruple femicida. La semana pasada, la puerta de doble hoja del garage semicubierto que da a la calle volvió a abrirse con la finalidad de filmar allí un documental, con la participación de Barreda, que recuerda aquellos minutos fatales.
Las fotos a las que accedió este diario se tomaron durante esa filmación, que se desarrolla con autorización de la Corte Suprema Provincial.
La cocina en la que el odontólogo asesinó a su esposa Gladys McDonald (57 años) y su hija mayor, Cecilia (26), el techo prácticamente se vino abajo, pero sobre la mesa y la mesada pueden observarse todavía ollas y utensilios que pertenecían a aquella última escena.
Un cuadro similar se aprecia en las imágenes de la prácticamente inutilizable escalera de madera que conduce al primer piso, donde cayeron muertas Elena Arreche (86), la suegra de Barreda y su hija menor Adriana (24). Según relató el asesino (hoy con libertad condicional), las últimas palabras de la joven fueron la recriminación a gritos por los disparos en la cocina y sobre el cuerpo de su abuela, ya inerte en la escalera: “¿qué hiciste?”, le gritó mientras saltaba por sobre el cadáver de Arreche. Y el padre le disparó.
Todo está como fue encontrado por los policías un domingo por la noche. En el consultorio que da a la calle está todo el instrumental, ya de museo. En el patio, la vegetación invade y siguen estacionados el Falcon verde y al fondo el DKW Auto Unión, segundo coche de la casa, en el que Barreda acercaba a las hijas a los bailes del Jockey, en Punta Lara. A las chicas no les gustaba ser vistas en ese auto y se bajaban unas cuadras antes.
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