“Orquesta de señoritas”: actitud, gracia, tocar y ¿resistir?

La versión platense del clásico de Jean Anouilh, a cargo de un elenco de siete actores locales, ofrece sus últimas funciones

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Por MARÍA VIRGINIA BRUNO

vbruno@eldia.com

Una versión degenerada, con personajes híbridos, a los que no resulta necesario encasillar, es lo que propone “Orquesta de señoritas”, el clásico de Jean Anouilh protagonizado por un sólido elenco de actores platenses que, bajo la dirección de Gastón Marioni, ofrece sus últimas funciones en la Ciudad.

En escena, siete criaturas intentan poner sus mejores caras, batallando contra la resistencia de sus cuerpos y almas, para aliviar, música mediante, el mal de los turistas que llegan a ese bar de mala muerte de ese pequeño pueblo termal para desahogar penas fisiológicas.

Intimidadas por la mirada de un exigente patrón, estas criaturas intentan mantener la compostura y se muestran erguidas, a pesar de que sus miserias afloren y las cansen, porque, se siente, el peso que llevan sobre sus espaldas las hace doblar; partir de dolor.

Están tullidas, abusadas, prostituidas, perturbadas, enfermas, carentes y dolientes. Están solas. Pero intentan sobrevivir. Algunas se inventan historias, otras abrazan santos, otras se creen superiores por sentirse dueñas de un poco de poder pero, en el fondo, es la misma tijera desafilada y decadente la que contornea sus tambaleantes figuras.

La orden se repite una y otra vez. Escondan la mugre bajo la alfombra. Pongan actitud, gracia y toquen para divertir al público. Que nadie se entere de sus miserias. Pero, por más que lo intenten, la música será disonante porque esta agrupación, por dentro, está quebrada, desafinada.

En un pequeño terreno escenográfico pero bien delimitado, con siete actores que comparten la mayor parte del tiempo en escena, son ellos los que, desde lo gestual y lo físico, se apropian con actitud del espacio, poniéndose sobre sus cuerpos con gran altura un texto que, desde 1962, ha ofrecido mil y una versión.

Marcelo Allegro, Diego Aroza, Siro Colli, Pablo de la Fuente, Luciano Guglielmino, Nazareno Iñíguez y Gustavo Portela no sólo prestan sus pieles a esas criaturas sedientas de vida y goce sino que, además, afrontan un doble desafío.

Por un lado, a través de diferentes recursos, con miradas precisas, movimientos sutiles, gestos desafiantes que no necesitan palabras y hasta una falta de plasticidad voluntaria, los actores generan risas incómodas en los espectadores, esas que a uno lo hacen preguntarse ¿de qué nos reímos? ¿no deberíamos llorar?

Por el otro, este elenco de actores, que desde la heterogeneidad de sus ámbitos de procedencia crearon un grupo homogéneo en las tablas, también hace gala de su capacidad performática porque, en escena, no sólo interpreta esta historia tragicómica sino que, además, toca, canta y, como puede, baila.

La versión de Gastón Marioni, acorde a los tiempos que corren, se aleja de la necesidad imperiosa de tiempos remotos de encasillar con géneros masculino/femenino a los personajes algo que, en esta nueva era, se empezó a repensar. En escena, no hace falta rotular. La obra pasa por otro lado.

Marioni acentúa esa condición híbrida con un ajuste del texto, que se presenta inclusivo, aunque también lo hace a partir de la elección del vestuario con oscuros y apasionados negros y rojos que matizan diseños mixturados, entre lo barroco y el glamour bizarro.

Con música original de Luciano Guglielmino, diseño de escenografía de Sabrina Fernández, diseño gráfico de Fermín Epele, posticería de Raúl Gómez, maquillaje de Daniel Villanueva, vestuario de Mariano Toffi, diseño de espacio de Gastón Marioni y realización escenográfica de Sabrina Fernández, “Orquesta de señoritas” tendrá sus últimas funciones mañana y el próximo sábado a las 21, y los domingos 10 y 17 de noviembre a las 20 en Teatro Estudio, 3 entre 39 y 40.

 

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