Justificado reclamo por las barreras arquitectónicas

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El reclamo de un joven platense estudiante de Ingeniería a favor de una ciudad más amigable con aquellas personas que sufren desigualdades físicas, frente a las llamadas barreras arquitectónicas que resultan literalmente infranqueables para quienes tienen problemas de movilidad, no sólo circuló en las redes y fue motivo de una nota en este diario, sino que puso otra vez sobre el tapete un tema que se mantiene sólo parcialmente resuelto en la Ciudad, ya que persisten todo tipo de obstáculos que deberían ser despejados.

Tal como se informó, el joven estudiante ofreció detalles sobre la casi imposibilidad de acceder a la facultad en la que cursa, por cuanto utiliza una silla de ruedas para desplazarse y la unidad académica no dispone aún de una rampa –se informó que será planificada en breve- que le facilite ese ingreso al aula a la que asiste. Pero es claro que las vallas se presentan en casi toda la ciudad y en muchos edificios.

Justamente, al comienzo de esta década un grupo de vecinos y de distintas entidades de nuestra ciudad decidieron realizar un relevamiento de los edificios públicos y lugares más concurridos, que presentaban dificultades de acceso a las personas que sufrieran algún tipo de discapacidad motora o desigualdad física, en una situación que derivó en reformas introducidas sólo en algunos de esos lugares.

Por cierto que el joven no limitó su reclamo a la accesibilidad de los edificios, sino también a situaciones administrativas –burocráticas, más bien- que se traducen en limitaciones, como las que padecen sus padres obligados a ir tres veces por semana al IOMA para autorizar remedios o tratamientos relacionados a su atención, “porque siempre falta una firma o un papel”. Con toda razón, agregó que cuando se refiere a “ciudades amigables”, también incluye este tipo de inconvenientes.

En coincidencia con esa apreciación, un integrante de la comisión de Movilidad y Accesibilidad del Colegio de Arquitectos Distrito 1 -La Plata-, sostuvo que el problema no se reduce a la falta de rampas y de semáforos adaptados para las personas ciegas o a las veredas que, por su mal estado, casi nadie puede transitar, sino que se debe a una deficiencia más profunda. Lo que falla es la cadena de accesibilidad, opinó el especialista.

Es atendible también la información brindada desde el Municipio, en la que resaltaron que últimamente se construyeron 870 rampas de acceso para que los espacios públicos sean lugares inclusivos y accesibles; y que se lanzó la licitación del primer jardín sustentable y accesible de la Región. Además, aseguraron que 30 escuelas se transformarán en accesibles con el Fondo Educativo y que se firmó un convenio que promueve el fortalecimiento y desarrollo del deporte adaptado en los clubes de la región, entre otras iniciativas.

De todos modos, en La Plata existen muchas asignaturas pendientes en esta materia y las necesidades de las personas con discapacidades físicas deben ser específicamente contempladas, tanto en la cuestión edilicia como del transporte. Y en ese sentido, las normas que están vigentes deben hacerse cumplir, sin permitir que se conviertan en meros enunciados retóricos de buenas intenciones.

Es muchísimo lo que falta hacer en este tema. Lo importante es que se trabaje con constancia en la construcción de ciudades aptas y funcionales para todos.

 

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