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Policiales |EL MONDONGO

Los “narcotaxis” que hacen delivery de droga ya coparon la Zona Roja

Los vecinos, las autoridades y hasta el sindicato de choferes reconocen la problemática. Desde este sector aclaran que “no son muchos”, trabajan de noche y son adictos. Cómo operan y por qué sectores se mueven

Los “narcotaxis” que hacen delivery de droga ya coparon la Zona Roja

Una travesti desciende de un taxi en medio de un control policial y de tránsito en El Mondongo/ EL DÍA

Marcelo Carignano

Marcelo Carignano
mcarignano@eldia.com

6 de Octubre de 2019 | 02:48
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Cuando el sol comienza a bajar -y, de tanto en tanto incluso antes- en El Mondongo el paisaje se modifica de manera rotunda. Si se tratase de la descripción de un ecosistema, no sería incorrecto inferir que especies ajenas se apoderan de un hábitat que no les es propio. O, al menos, no lo era poco menos de una década atrás.

Es en las esquinas de ciertos carriles específicos, que no siempre son los mismos, donde comienzan a exhibirse. La mayoría son trans que, en principio, ofertarían su cuerpo a la concurrida clientela que circula en vehículos, particulares y de alquiler.

Es la fuerte presencia de estos últimos la que llama la atención, y una mirada más minuciosa al asunto explicará el por qué: en esos diálogos que parecen de contenido sexual se produce otro tipo de intercambio, el “pasamanos” que implica el suministro de droga por dinero. Mas allí no culmina el canje. El taxi o remise que levanta ese paquete tiene un papel protagónico en este periplo y más de un rol.

“La demanda (de estupefacientes) es grande, por lo tanto la oferta está compelida a crecer. Y hoy en día, lo que más funciona es el delivery”, sostuvo un portavoz de la Fuerza. Marihuana, cocaína, drogas sintéticas, en ese orden, fueron las sustancias más incautadas en el último año. No obstante, la calidad del producto que se consigue en la calle “es cada vez peor, se observa más contaminada”, revelan los peritos.

“PARECE UNA SUCURSAL DE TAXIS”

El microtráfico o narcomenudeo que sucede a diario en la Zona Roja platense no es una novedad para los moradores del área “ni para las autoridades”, aportan desde la asamblea “Barrio Mondongo en Alerta”. Los puntos usuales de venta de estupefacientes coinciden con el camino de la prostitución radicada en el sector: por la avenida 1, de 60 a 67; por calle 2, de 63 a 70; por diagonal 73, de 4 a plaza Matheu; por calle 115, de 63 a 68. Aunque en el último tiempo, debido a la colocación de nuevas luminarias, los campos de acción se trasladan -obligadamente- en forma continua a lugares oscuros, en cada una de esas secciones la oferta sexual quedó por completo relegada a causa del narcomenudeo.

Las operaciones, según la estación del año, empiezan a las 19 y se dilatan hasta las 6 de la mañana, con la frecuencia más alta de comercialización durante la madrugada.

“Esto sucede desde hace tiempo, pero el taxista de familia no forma parte. Trabaja para comer”

Juan Carlos Berón
sindicato de Taxis

 

En el medio de esta problemática subyace una acaso peor, que involucra a menores en condiciones de indigencia, adictos y sin un porvenir asible.

Semanas atrás, según refirieron los vecinos que conviven con la situación, se observó una “explosión” de casos. “Pareciera que pusieron una sucursal de taxis y remises en 2 y 67 a 3 y 69”, aseguró un frentista. La labor que realizan los choferes tiene tres ejes. La primera es la de reponer los estupefacientes cuando al “dealer” (vendedor) se le acaban. Entonces se dirigen a la base, reciben el pequeño cargamento nuevo y retornan a encontrarse con su objetivo. La otra tarea es la de mover a los “transas” por motivos diversos, como la de concretar una venta en un lugar apartado o evitar a la Policía. También, en menor medida, funcionan como delivery y son ellos mismos quienes llevan a cabo la entrega.

“Tienen turnos, como las farmacias, y muchas veces estacionan a mitad de la cuadra esperando a ser llamados por el que vende la droga”, explicó un integrante de la asamblea barrial. En consonancia con los vecinos de El Mondongo, el secretario General del Sindicato de Conductores de Taxis de La Plata, Juan Carlos Berón, expresó que “esto viene sucediendo desde hace rato, nosotros estamos al tanto de que estas cosas pasan y le hacen muy mal a la actividad”. En esa línea, señaló que los choferes sindicados son “taxistas golondrinas, que trabajan cuatro o cinco meses y se van, además lo hacen sin registro profesional”.

“El verdadero taxista”, continuó Berón, “sale a trabajar para llevar el pan a su casa. Hay 2.131 taxis en La Plata con unos 3.000 choferes, los que hacen esto del delivery son pocos (estiman que alrededor de 20) y delincuentes”. Conforme a los datos que tiene el sindicato, el 90 por ciento de los conductores trabajan durante el día, el resto lo hace en horario nocturno. De ese 10 por ciento “los que se dedican a esta actividad ilícita son pocos y lo hacen de noche porque casi no hay controles de tránsito”, afirmó Berón. Por último, señaló que “es una cuestión ajena a los propietarios de taxis y a los que salen a trabajar en serio todos los días”.

LAS MULAS

Por su parte, una fuente especializada en el área de narcotráfico confirmó la existencia de un sistema de “puerta a puerta”, pese a que mostró sus reparos en cuanto a la responsabilidad que le cabe a los dueños de autos de alquiler. “Muchos taxistas y remiseros son adictos. Saben dónde se vende la droga porque ellos mismos la consumen, y el cliente les pregunta en qué lugar comprarla”, detalló. En ese mundillo, “hay de todo, no sólo conductores temporales, algunos son de toda la vida”, agregó.

Son “mulas” que acostumbran “a traficar como intermediarios entre los travestis de la Zona (en general indocumentados)”, refirió el especialista.

Ese delito, que vincula a dos tipos de trabajadores distintos, es muy difícil de probar como tal. “Cada operativo genera indicios, por ejemplo las filmaciones que se puedan hacer, la vigilancia. Lo que configura con certeza el ilícito es la tenencia y por eso se mueven con poca cantidad de sustancias”, lo que se denomina “bochitas”, especificó el agente.

Estas bochitas poseen un peso determinado y no son más grandes que la uña de un dedo pulgar, por ese motivo son fáciles de ocultar: en el cuerpo (cualquier orificio es válido a este fin), en gabinetes de gas, en rejas de casas particulares, en los árboles o debajo de las baldosas; tienen mucha más sustancia de corte porque de esa forma se “estira” la droga y por lo tanto se obtienen más unidades de la misma para vender.

En cuanto al procedimiento de venta, el mismo cuenta con tres etapas e igual cantidad de sujetos dispuestos para complicar la tarea de los investigadores. “Uno cobra la plata, el otro se acerca a la droga y el restante la distribuye. Esta forma de proceder es un ardid que complica la pesquisa y por consiguiente la prueba del delito en sí”, concluyó el investigador. Para combatir este rompecabezas delictivo la actuación debe ser constante y sobre todo con un ataque directo a la demanda, “con controles semidinámicos a vehículos, en distintos horarios y días para evitar que sepan de antemano a qué Zona no deben ir”, arguyó.

Los frentistas están en constante contacto con esta tesitura y desde hace años se reúnen con las autoridades con un mismo reclamo: la mudanza de la Zona Roja de El Mondongo al Bosque platense.

Inclusive trazaron un mapa con los “kioscos” de venta, que van desde viviendas particulares hasta comercios. Lo más importante tiene estrecha relación con lo relatado con anterioridad, y es que además lograron identificar centros de acopio de estupefacientes. Es en estos lugares donde los choferes realizan el reabastecimiento para que la fluidez del microtráfico no se corte.

En total, pudieron marcar 47 garitas, 35 de ellas hace dos años y las restantes en lo que va de 2019. Conforme le manifestaron a este medio, la extensión que comprende el relevamiento es mucho más amplia que el área delimitada por la Zona Roja.

En ese sentido, explicaron que va desde 122 a 13 entre 56 y 72.

A principios de este año, el dueño de la empresa Radio Taxi denunció que dealers de cocaína y marihuana atacaron el local de esa firma, situado en 3 y 71, luego de que los choferes se negaran a tomar viajes desde ese punto hacia extremos de la periferia sur. Según revelaron los propios choferes, a los coches subían punteros que viajaban hacia El Palihue -entre otros barrios- donde se abastecían de drogas para aprovisionar a prostitutas y travestis en El Mondongo.

“Hay empresas importantes de remises que a determinada hora ya no toman viajes que se piden desde el barrio”, sintetizó un miembro de la Asamblea Vecinal. La decisión está relacionada con que, en más de una oportunidad, “los detuvieron en algún control y con un pasajero transa que tenía” sustancias en su poder, comentó. Eso le generó un problema grave al chofer y también a la firma.

UN DÍA CUALQUIERA

Jueves 20.40 de la noche. En la cuadra de 64 entre 1 y 2 desfilan travestis que “atienden por ventanilla”. Paran autos, muchos, de gama media y alta, y en pocos segundos culminan un trato que nada tiene que ver con lo que, presuntamente, se ofrece en ese lugar. En ningún momento de la secuencia hay movimiento de ascenso o descenso de pasajeros.

Lo mismo ocurre con los taxis y remises implicados en ese engranaje, que detienen su marcha para cumplir la tarea que les es encomendada. Ninguno tiene pasajeros en sus asientos traseros, pero se los ve a la espera de algo, una señal o una indicación que los lleve a su próximo destino.

Más entrada la noche, un vecino expondrá otro acto que se repite todos los días, como una obra planificada y controlada al detalle. Los espectadores, en este caso forzados a presenciar cada acto, son los propios residentes del barrio. “A las 23 todavía hay movimiento. Es cuando desfilan los rateritos en bici comprando y canjeando cosas robadas a las travestis por droga”, describió.

Es jueves, pero podría ser un día cualquiera.

La obra está ahí, es visible y se replica año a año en el mismo escenario y con actores -no siempre los mismos- que ejecutan el mismo papel una y otra vez. Sólo resta la decisión, firme, de hacer que baje el telón en forma definitiva.

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Una travesti desciende de un taxi en medio de un control policial y de tránsito en El Mondongo/ EL DÍA

Así son las “bochitas”

las esquinas, en este caso 1 y 64, son los lugares elegidos/d. ripoll

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