De la solidaridad con Evo a la primera discordia con Trump

La situación en el vecino país obligó a Alberto Fernández a hacer piruetas en su postura internacional. No desea pelearse con Estados Unidos, aunque criticó el golpe de Estado

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Por: Mariano Spezzapria

@mnspezzapria

El posicionamiento que adoptó el presidente electo Alberto Fernández al involucrarse en el operativo de asilo de Evo Morales en México y considerar su renuncia como producto de un “golpe de Estado” provocó un primer cortocircuito con el mandatario estadounidense Donald Trump, quien festejó la actuación de los militares bolivianos “en defensa de la libertad”.

La profunda diferencia de criterio entre Alberto F. y Trump sobre la crisis de Bolivia se evidencia en momentos en que el presidente electo mantiene contactos con el Departamento de Estado norteamericano para requerir la colaboración de Washington en la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional que deberá encarar desde el 10 de diciembre.

“Quiero tener la mejor relación con los Estados Unidos, pero eso supone que podamos decirnos las cosas francamente”, dijo ayer Alberto F. en declaraciones a Radio 10. No obstante, calificó de “poco felíz” el comunicado del Departamento de Estado que, a su criterio, revivió “las peores épocas de avalar golpes en América Latina”.

La postura de Alberto F. contrasta con la del presidente Mauricio Macri, el aliado natural de Trump en la Argentina, quien evitó hasta el momento calificar de “golpe de Estado” la crisis institucional boliviana.

El presidente electol contenta a los sectores más kirchneristas del Frente de Todos, que tienen una visión antinorteamericana y reivindican la alianza que hizo Cristina Kirchner con Nicolás Maduro en Venezuela. La vicepresidenta electa habló en varias oportunidades con Alberto F. desde La Habana, Cuba.

Sin embargo, en el FdT también conviven dirigentes con mejor sintonía con Washington, como Felipe Solá –a quien se menciona como futuro canciller- y Sergio Massa, quien hizo este año dos visitas a la capital norteamericana y a Nueva York para acercar posiciones con sectores que resisten al peronismo. Pero la crisis boliviana podría complicar el tendido de esos puentes.

A tal punto, que no faltan los que consideran que Alberto F. sobreactúa su apoyo a Evo Morales y pone en riesgo el necesario apoyo de Trump para renegociar la deuda externa. Pero el presidente electo parece decidido, a tal punto que le pidió a Jorge Arguello -¿su futuro embajador en Washington?- que argumente su posición sobre el “golpe de Estado” en Bolivia.

“En la semana más dramática de la historia reciente de Bolivia, el presidente Evo Morales dejó el poder forzado por las Fuerzas Armadas y por la oposición. Un golpe de Estado que sumió al país en el vacío institucional y generó violencia en las calles”, sostuvo Arguello. En esa línea, Alberto F. se involucró personalmente en el operativo de asilo de Morales en México.

El último domingo habló con el presidente de México, Manuel López Obrador, y el lunes estuvo en contacto directo con el vicecanciller de ese país Reyes Zúñiga, quien reveló en diálogo con la porteña Radio Con Vos que coordinaron e hicieron “gestiones por los países por los que el avión sobrevoló” antes de llegar, ayer por la tarde, al Distrito Federal. En medio de esas gestiones, Alberto F. tomó contacto con los presidentes Martín Vizcarra (Perú) y Mario Abdo (Paraguay). También habló con el brasileño Lula –recientemente liberado- y con el propio Morales, antes de que subiera al avión de la Fuerza Aérea mexicana. Claro que no hizo lo mismo con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, con quien no mantiene diálogo.

 

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