Cuando la ciudad nacía

Roberto G. Abrodos

 

Surgida del espíritu de su fundador Dardo Rocha  y  su grupo de trabajo, lejanos de la memoria presente, los tiempos aquellos fueron testigos del preludio de una vecindad feliz de los platenses. Situados nostálgicamente en 1884, año de gran actividad para La Plata, en abril se habían instalados los poderes públicos de la Provincia y con ellos habían llegado sus autoridades y los empleados de la administración, para radicarse. También comenzó a llegar la tanda de más de  mil obreros especializados contratados en Europa, particularmente en Italia, albañiles, carpinteros, artesanos y los que de todo entendían. Muchos trabajadores llegaron con sus familias.
 
Los palacios oficiales estaban en obra y esperaban este aporte de brazos, que dio un impulso decisivo a la ciudad, de lo que da idea el censo de 1885, revelando la existencia de más de 5.000 casas construidas y habitadas, en menos de tres años.
 
 
El dispositivo de fundación había previsto la convivencia del vecindario naciente; teatros, parques, plazas para su esparcimiento, escuelas para los niños y para todos, el paseo del Bosque, concretado desde antes.
 
Este paseo formaba parte del “parque Buenos Aires” que así se denominaba con la frondosa arboleda que sombreaba el casco de la estancia San Juan de Martín Iraola, éste se extendía a lo largo de calle 1 y 32 hasta 1 y 60, y a lo ancho desde 1 a 122. Después de abiertas y delineadas las calles y los espacios verdes, se abrieron los caminos interiores del bosque, con las dos avenidas rectoras, la Iraola, en su trayecto actual y la calle 52 que se proyectaba desde calle 1, entre 51 y 53, hacia el Dique, y luego en rumbo opuesto, por lo que hoy se denomina paseo fundacional y terminaba en lo que después de 1890, se llamaba Domingo F. Sarmiento, hoy después de los cuarteles plaza Malvinas.
 
 
Esta amplia avenida 52 llevó el nombre de José Hernández, algunos años después de su muerte en 1886. La distinción se hizo durante la gobernación de Máximo Paz y no sólo en homenaje a la creación del Martín Fierro, sino también en reconocimiento de su actuación como senador provincial en los memorables debates de la fundación de La Plata y vaticinó su nombre con fundamentos históricos y geográficos que determinaron su aprobación.
 
Para habilitar las dos avenidas, la 52 y la Iraola, trazadas desde 1881, fueron lamentablemente talados muchos árboles principalmente eucaliptos de semillas introducidas de Australia por Sarmiento en 1858, más de 20.000 de ellas fueron sembradas en tierras de la estancia de Iraola expropiadas para la construcción de la nueva Capital. El talado de árboles dio espacios libres a las entradas del Bosque y luego al edificio del Museo, al Observatorio, al Hipódromo previsto desde la fundación y al velódromo de 1 y 57, hoy cancha de Estudiantes, y años después del lago artificial y del Jardín Zoológico en 1909.
 
 
Ya en los festejos del segundo aniversario de la fundación el 19 de noviembre de 1884 ya levantado el arco artístico copia de la parte trasera de la Opera de Paris, los primeros habitantes se dirigían al paseo por la avenida Iraola y por la izquierda del arco de entrada se llegaba al hipódromo y se entraba al portón ubicado sobre calle 47 no habilitada entonces en el tramo de 1 a 117 y lo mismo ocurría con la avenida 44. Pasando bajo el Arco comenzaba la vida social de los platenses que culminaba en los corsos de flores de noviembre, este romántico arco sucumbió por la piqueta de la ignorancia y la improvisación. Hoy en este 137° aniversario a los que estudiamos la ciudad nos duele su pérdida.

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