Una historia de La Plata narrada con pinceles y óleo

Exposición de 31 cuadros de Francisco Vecchioli en el Museo de la Catedral. La memoria y los paisajes más íntimos de la Ciudad en las primeras décadas del siglo pasado. Testimonios de Adela Juárez y del nieto del pintor

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Por MARCELO ORTALE

marhila2003@yahoo.com.ar

Quien quiera saber cómo era La Plata en las primeras décadas del siglo pasado puede acudir a la muestra retrospectiva del pintor Francisco Vecchioli (1892-1945), uno de los plásticos platenses y argentinos más calificados. La alternativa está abierta desde el 16 de noviembre pasado hasta el próximo 17 de diciembre, en el Museo de la Catedral.

En esos treinta y un cuadros Vecchioli “escribe” con óleo la historia viva de aquella ciudad todavía recién creada por Dardo Rocha, aún invadida de potreros y ya arbolada, habitada por gente tranquila y de trabajo. La muestra –según dice Adela Juárez, directora del Museo- “tiene que ver con los festejos por el nuevo aniversario de la Ciudad” y eso es lo primero que se siente al recorrerla, que se está redescubriendo y, de ese modo, celebrando a la ciudad esencial.

Vecchioli perteneció a la época bulliciosa de la reforma universitaria y a la de muchas otras vanguardias. Sin estridencias definió un estilo único y bien de esos años creativos: “El futuro de la pintura está en la evolución hacia un arte de grandes dimensiones humanas y populares”, dijo en 1944 en una entrevista periodística.

En cuanto a su origen platense, puede decirse que los cuadros de Vecchioli no pudieron encontrar lugar más apropiado que una de las llamadas “salas ladrilleras” –y de la más importante de ellas- del Museo Catedral, ubicadas en lo que es el subsuelo afianzado entre las paredes y los enormes pilares redondos de ladrillo que sostienen el templo gótico.

Una estética, la de Vecchioli, que se encuentra emparentada con la vanguardia pictórica del siglo XX (Braque, Picasso); con el costumbrismo más intimista y, también, con la protesta social: esas tres vertientes en apariencia incompatibles unas con otras surgen de los cuadros de Vecchioli. El visitante no deja de detenerse frente a cada “historia” pintada.

El Asilo Marín, con esa calle 14 empedrada y dificultosa coronada por un árbol que parece como derrotado; las casas de Los Hornos; el entonces llamado Boulevard 53 con la Catedral en obra al costado; gente esperando frente a un edificio severo, en el cuadro titulado “Vote por el Doctor”; el detenido paseo de mujeres en una tarde de domingo, por el suburbio de La Plata; los molinos en las quintas de la periferia; el estilizado puente levadizo de Ensenada: toda la muestra es como un diario abierto y el lector-espectador permanece mucho tiempo en cada página.

La colección Vecchioli tiene inventariados y catalogados unos 61 cuadros

 

“Hace un año que habíamos imaginado y nos pusimos a hablar para lograr esta muestra de la Colección Vecchioli en nuestra sala. Tener una obra así de La Plata en días del aniversario, con escenas que ya no se ven pero que forman parte de la memoria. Son una maravilla los paisajes urbanos de Vecchioli”, dice Juárez, en cuyo despacho se encuentra un cuadro del pintor Víctor Fernández (homónimo del Arzobispo y actual director del Museo Quinquela Martín), titulado “La Catedral y sus diagonales”.

El Museo de la Catedral recibe cada día más visitantes. “Están viniendo grupos de gente joven y muchos contingentes de turistas latinoamericanos y de Europa”, dice la directora. En esa misma planta del edificio se encuentran los talleres de vitrales y orfebrería, así como la cripta de Dardo Rocha, precedida en la entrada por un mármol que contiene este cartel redactado por el fundador un año antes de fallecer: “Mando que mis hijos me hagan un entierro sencillo, pero que la bandera nacional cubra el féretro y que se ponga al lado de mi esposa y no se separe jamás para que continuemos unidos en la muerte. Dardo Rocha, 1 de enero de 1920”

Vecchioli no obtuvo numerosas distinciones, en primer lugar porque no las buscó. Aunque fue distinguido en varias oportunidades en el país: ganó el Premio Estímulo dos veces; el Sívori; el tercero nacional, el segundo municipal y el primer premio nacional de pintura. En cuanto a su concepto sobre el arte en la Argentina dijo una vez que “no hay dudas de que, con relación a los demás países de América del Sur, el nuestro ocupa el primer lugar por la calidad de sus artistas y por el clima de inquietud en torno al problema de los plásticos...No obstante, no estamos en un nivel óptimo. Por el contrario, hemos entrado en un período crítico”.

COLECCIÓN VECCHIOLI

“Nosotros nos criamos con los cuadros ocupando las paredes de casa. No había lugar para otra cosa”, dice Valentín Vecchioli, curador y director de la colección de su abuelo Francisco. Los descendientes del pintor se hicieron conocer mucho como dueños de una conocida casa de regalos (48 entre 5 y 6) que estuvo a cargo de ese gran coleccionista que fue Nemesio Vecchioli; de la ex confitería “La Platense” (8 y 51) y de dos boliches que estuvieron de moda hace dos décadas: Federico V y Maximiliano.

Pero nunca estuvieron lejos del arte: Jorge (dueño de La Platense) fue escenógrafo del Teatro Argentino y también pintor, como este Valentín que, con un lápiz dibuja en cuestión de segundos lo que denomina “la idea de un caballo”, en donde con muy pocos trazos, apenas cinco o seis, queda expuesto un formidable equino.

“La colección Vecchioli tiene inventariados y catalogados unos 61 cuadros, pero desde luego que hay centenares diseminados entre coleccionistas de La Plata y el resto del país, Argentina, muchos en Mallorca y otras partes de España y también en Francia. Suponemos que pueden ser más de 400 cuadros, aunque también sabemos que regaló muchos”, dice Valentín Vecchioli.

Considerò que la obra de su abuelo tiene varias vertientes, la costumbrista, la de vanguardia y la de protesta, “pero ésta última reflejada de un modo casi intimista. Mi abuelo fue un socialista de los primitivos, de Alfredo Palacios y de Alicia Moreau de Justo”. Reseñó que el pintor, de joven, carecía de recursos para aprender pintura: “iba mucho al puerto para ver si conseguía pasajes gratis para ir a Europa...y finalmente viajó de polizón...”. Antes había desempeñado diversos trabajos en Córdoba.

En el primer viaje a Europa el pintor tomó contacto con vanguardistas, pero no se quedó sólo con ellos sino que recibió, como una revelación, las enseñanzas del arte del pasado. Entre otros, quedó deslumbrado por la obra de Piero della Francesca, especialmente por sus frescos.

El pintor platense diría después: “Pienso que la simple pintura de caballete está próxima a ceder su sitio a un arte de perspectiva más amplia. La pintura tendrá que salir de nuevo al aire libre del pueblo. Habrá que ir a la pintura de gran estilo y máxima dimensión, a la pintura mural”.

En la muestra se exhibe la foto de una casa ubicada en 15 número 555. Fue el atelier de Vecchioli y hoy mantiene su frente idéntico al que tenía hace casi un siglo. “Yo digo que hay una especie de derrotero de mi abuelo, un itinerario ideal en La Plata, que arranca en Los Hornos y viene avanzando hacia su atelier. Allí están los molinos de las afueras, el boulevard, la Catedral en obra, los paisajes de los domingos”, dice el curador de la colección.

Añade que “la colección Vecchioli tiene que agradecer especialmente a quienes nos han prestado cuadros del abuelo, como las familias Cecchini y Terry, que nos han facilitado obras para estas muestras. Sabemos que en la ciudad hay muchas familias que tienen cuadros de Francisco Vecchioli”.

 

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